Artículo de revisión
Uso y
efectividad de antipsicóticos atípicos en el trastorno del espectro autista
Use and effectiveness of atypical
antipsychotics in Autism Spectrum Disorder
1*Lizbeth
Aida Ortega-Pineda , 2Lauro
Fernández-Cañedo, 3María Rebeca Toledo-Cárdenas, 3María
Leonor López-Meraz, 3Luis
Isauro García, 3Genaro Alfonso Coria-Ávila, 3Jorge
Manzo-Denes.
1Doctorado
en Investigaciones Cerebrales, Universidad Veracruzana; 2Facultad de
Medicina, Universidad Veracruzana; 3Instituto de Investigaciones
Cerebrales, Universidad Veracruzana.
Correspondencia: *Correspondencia: Lizbeth Aida Ortega Pineda.
Instituto de Investigaciones Cerebrales, Universidad Veracruzana. Xalapa, Ver.
México. C.P. 91010, Tel: 2281605340. E-mail: liortega@uv.mx
DOI: https://doi.org/10.25009/eb.v14i35.2620
Recibido:
19 mayo, 2023 | Aceptado: 09 de agosto, 2023
Resumen
El trastorno del
espectro autista (TEA) pertenece al grupo de trastornos del neurodesarrollo. De
acuerdo con la quinta edición del Manual diagnóstico y estadístico de
desórdenes mentales (DSM-5) las personas con TEA se caracterizan por
presentar alteraciones en la interacción y la comunicación social, así como
intereses restringidos y comportamientos repetitivos. Dado que el TEA es un
trastorno heterogéneo, se emplean diferentes tratamientos farmacológicos para
el control de los cambios conductuales o las comorbilidades que suelen
presentarse. Para el manejo de la agresión en niños y adolescentes con TEA, los
antipsicóticos de segunda generación o atípicos, como la risperidona y
aripiprazol, son los únicos fármacos aprobados por la Administración de Alimentos
y Medicamentos. El objetivo de esta revisión es analizar a través de estudios
clínicos y revisiones cuál ha sido la efectividad de los antipsicóticos
mencionados en pacientes con este diagnóstico que se encuentran entre los 5 y
17 años, rango de edad en la que estos fármacos fueron aprobados para su uso;
incluso su administración en menores de 4 años y en adultos. A partir de ello,
se confirma que dichos fármacos mejoran las escalas de medición conductual en
algunas de las conductas disruptivas presentes en este trastorno; sin embargo,
es necesario llevar a cabo nuevos estudios para comparar estos tratamientos con
otros fármacos y explorar otras formas de manejos o terapias.
Palabras clave: TEA, antipsicóticos, risperidona, aripiprazol, tratamiento.
Abstract
Autism
Spectrum Disorder (ASD) belongs to the group of neurodevelopmental disorders.
According to the fifth edition of the Diagnostic and Statistical Manual of
Mental Disorders (DSM-5), people with ASD are characterized by alterations in
social interaction and communication, as well as restricted interests and
repetitive behaviors. Since ASD is a heterogeneous disorder, different
pharmacological treatments are used to control behavioral changes or
comorbidities that usually occur. For the management of aggression in children
and adolescents with ASD, second-generation or atypical antipsychotics, such as
risperidone and aripiprazole, are the only drugs approved by the Food and Drug
Administration. The objective of this review is to analyze through the analysis
of clinical studies and reviews the effectiveness of the antipsychotics in
patients with this diagnosis and who are between 5 and 17 years old, the age
range in which these drugs were approved for use; including their
administration in children under 4 years of age and in adults. From this, it is
confirmed that said drugs improve behavioral measurement scales in some of the
disruptive behaviors present in this disorder; however, it is necessary to
carry out new studies to compare these treatments with other drugs and explore
other forms of management or therapies.
Keywords: ASD,
antipsychotics, risperidone, aripiprazole, treatment.
1. Introducción
El trastorno del espectro autista (TEA) pertenece al
grupo de trastornos del neurodesarrollo. De acuerdo con la quinta edición del Manual
diagnóstico y estadístico de desórdenes mentales (DSM-5, por sus siglas en
inglés) las personas con TEA se caracterizan por presentar alteraciones en la
interacción y la comunicación social, así como intereses restringidos y
comportamientos repetitivos, los cuales se presentan desde etapas tempranas y
se manifiestan durante toda la vida del individuo. Estos síntomas ocasionan un
deterioro clínicamente significativo en la interacción social, así como
deterioro intelectual y retraso en el desarrollo general.1
El TEA presenta mayor incidencia en hombres que en
mujeres, con una relación 2:1 a 5:1.2 Su prevalencia se ha incrementado de 4% a 9.9% de
acuerdo con reportes de instituciones de salud mental, lo cual puede deberse a
variantes en la metodología de diagnóstico y al uso de nuevas baterías y
estudios para el mismo.3,4
Existen diversas características conductuales que se
manifiestan en diferentes grados en los niños con TEA, entre las que se
incluyen modificaciones en la reciprocidad social o alteraciones en las
capacidades cognitivas sociales. En ese caso, el lenguaje también se observa afectado,
ya que aspectos como el turno de palabra, inicio de la conversación, lenguaje
figurado y mutismo selectivo dependen de las habilidades cognitivas. Las
conductas restringidas o repetitivas están relacionadas con la elaboración de
patrones de comportamiento ritualistas, caracterizados por una baja
flexibilidad de pensamiento, que se expresan en conductas obsesivo-compulsivas.
Además, se observan estereotipias que consisten en repeticiones involuntarias
de sonidos, palabras, gestos o movimientos. Las estereotipias poseen un ritmo y
pueden manifestarse a través de balanceos, caminar de puntillas, aleteos y
golpes sobre objetos, sobre sí mismos o sobre otros individuos. También se
observan giros o manipulación inadecuada de objetos.
Estas conductas descritas en el autismo no son las
únicas que se presentan, pero son las que se expresan principalmente. Otro tipo
de conductas disruptivas son la agresividad, las rabietas, la hiperactividad,
la irritabilidad, la ansiedad y la polifagia, las cuales no son consideradas
primordiales para realizar el diagnóstico inicial pero se catalogan como
comorbilidades del trastorno.5 Debido a las diferencias en las
conductas y signos observados que varían de un individuo a otro, este trastorno
se considera heterogéneo y de origen multifactorial, es decir, es causado por
la interacción de mecanismos estresores ambientales y factores genéticos e
inmunológicos que ocasionan afectaciones en el sistema nervioso central,
resultando en deficiencias en diferentes sistemas de neurotransmisores.6
Considerando que el TEA es un trastorno heterogéneo,
existen diferentes tratamientos farmacológicos utilizados para controlar los
cambios conductuales o las comorbilidades que suelen presentarse. Entre ellos
se encuentran los antipsicóticos, un tipo de fármacos indicados para tratar
patologías que cursan con eventos psicóticos, como la esquizofrenia.
Los antipsicóticos se clasifican en dos grandes
grupos: los de primera generación, que fueron los primeros en ser utilizados,
presentan una mayor afinidad por los receptores de dopamina D2, lo cual puede
generar mayores efectos extrapiramidales; y los de segunda generación o
atípicos, cuya atipicidad se debe una baja afinidad por los receptores de
dopamina, resultando en una menor incidencia de crisis extrapiramidales.7
Dentro del grupo de los antipsicóticos atípicos, la
Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) ha
aprobado dos: la risperidona y el aripiprazol, indicados principalmente para el
control del TEA que se acompaña con irritabilidad. La risperidona fue aprobada
para su uso en el año 2006, mientras que el aripiprazol en 2009.8
En esta revisión se analiza la literatura sobre el
uso de antipsicóticos atípicos en el manejo del TEA y sus efectos benéficos en
el tratamiento del trastorno. El enfoque de esta revisión obedece al aumento en
el uso de este grupo de fármacos en pacientes con TEA, probablemente debido a
un incremento en los factores que dan origen a los trastornos del neurodesarrollo
o por una mejora en el diagnóstico temprano. El estudio de su administración en
etapas más tempranas, como el uso del aripiprazol en niños de 4 años, también
es considerado en el presente trabajo. Es importante destacar que la
risperidona se considera el fármaco de primera elección para el manejo de niños
con TEA, documentándose la información disponible sobre el uso y los beneficios
de esta terapia farmacológica.
2. Métodos
2.1. Estrategia de búsqueda
Se realizó una búsqueda sistematizada reportando las
pautas establecidas por el Systematic Reviews and Meta-Analyses (PRISMA 2020).
Para llevar a cabo esta búsqueda de información, se consideraron los siguientes
criterios de inclusión para los artículos: deben presentar información sobre el
TEA en su contenido y título, abordar los tratamientos con antipsicóticos para
este trastorno, mencionar en el título a la risperidona o el aripiprazol como
tratamientos antipsicóticos y haber sido publicados en los últimos 20 años.
También se establecieron criterios de exclusión, los
cuales incluyen: no mencionar a los antipsicóticos como tratamiento o manejo
del TEA, hablar de manejos de intervención distintos al farmacológico (ya que
éstos no forman parte del objetivo de esta revisión), que hayan sido publicados
hace más de 20 años, que no fueran de libre acceso al texto completo, los que
se encontraron duplicados en los buscadores, así como aquellos citados en
artículos más recientes, de los cuales no se pudo obtener el texto completo o
no aportaron información sobre el efecto de los antipsicóticos atípicos en el
TEA.
Las bases de datos utilizadas para la búsqueda
fueron PubMed y Cochrane, y la fecha de finalización de la revisión fue el 28
de agosto de 2022.
2.2. Selección de artículos relevantes
Para la selección de los artículos se aplicaron filtros de búsqueda
utilizando palabras clave como: “autism spectrum disorder”, “risperidone”,
“aripiprazole”, “antipsychotics” y “treatment”. El proceso de selección se
realizó utilizando la estrategia PICOS (población, intervención comparación,
resultados y diseño de estudios).
Población: que se incluyera información de niños,
adolescentes y adultos con TEA, concordando con los criterios diagnósticos del
DSM-5.
Intervención: terapia farmacológica con
antipsicóticos.
Comparación: valores reportados basados en la comparación
del tratamiento con risperidona, aripiprazol o antipsicóticos antes y después
y/o contra grupos sin tratamiento farmacológico.
Resultados: efectos de los antipsicóticos sobre las
conductas características del autismo o sobre las comorbilidades que acompañan
al trastorno (irritabilidad, lenguaje inapropiado, hiperactividad, movimientos
estereotipados, déficits en habilidades sociales).
2.3. Selección de artículos y de la extracción de los datos
Se identificó la presencia de artículos en las bases
de datos utilizadas, se cuidó que las fuentes de información cumplieran con los
criterios de inclusión establecidos y se consideraron revisiones y protocolos
relacionados con el tema. De manera general, se obtuvo una n =40 artículos, (33
en PubMed y 7 en Cochrane, entre revisiones y protocolos) se seleccionó un
grupo final de 26 artículos que cumplían con los criterios de inclusión y
exclusión. El proceso de selección se describe en la Figura 1 (diagrama de
flujo para la selección de literatura incluida en la revisión). Los demás
textos fueron descartados después de su lectura, considerando los criterios de
exclusión.
Figura 1. Diagrama de flujo PRISMA. Muestra la selección de la literatura con
el número de artículos localizados en las bases de datos utilizadas en las
revisiones sistemáticas y metaanálisis.
3. Resultados
3.1. Estrategia de selección
En la investigación inicial se encontraron 40
artículos realizados en los últimos 20 años, de ellos únicamente son utilizados
26, siguiendo el diagrama de flujo para la elección de la literatura que se
incluye en la revisión.
3.2. Caracterización de
estudios incluidos en la revisión
Se han analizado los artículos que cumplen con los
criterios de inclusión, los cuales reportan información sobre estudios del uso
de antipsicóticos para el manejo del TEA en niños, adolescentes y adultos. Se
dio lectura a los resultados y se corroboró que la metodología utilizada fue la
apropiada, además de presentar información sobre el impacto en las conductas
disruptivas. La síntesis de esta información se realiza recopilando lo
reportado sobre el efecto del tratamiento con antipsicóticos atípicos,
risperidona, aripiprazol u otros para su posterior comparación entre revisiones
y metaanálisis.
3.3. Risperidona
En la aplicación de antipsicóticos
como manejo de irritabilidad en el TEA, la risperidona se ha recetado
ampliamente desde su autorización y se ha convertido en el fármaco con más
estudios respecto a sus resultados en este trastorno.8,9 Algunos de los artículos revisados evaluaron su
efecto como monoterapia en las conductas repetitivas y restringidas de las
personas con TEA. La risperidona fue aprobada por la FDA para tratar la
irritabilidad asociada al TEA en niños y adolescentes entre 5 y 16 años con una
reducción del 50% en la escala ABC-1; esta eficacia se observó después de un
tratamiento de 4 meses con una dosis de 1.75 mg/kg en personas con un peso
superior a 45 kg.10 Por otro lado, se determinó que la
risperidona presenta un efecto neuroprotector en desórdenes cerebrales a causa
del incremento de antioxidantes.11
En cuanto a los efectos secundarios de
este fármaco, se ha reportado que los más significativos son: el incremento del
índice de masa corporal, las modificaciones metabólicas y los niveles elevados
de prolactina entre las 12 y 24 semanas de uso. Sin embargo, estos efectos se
ponderan frente a sus efectos positivos sobre la conducta y la mejora de
habilidades cognitivas de los pacientes,12,13 lo que sugiere una ventana terapéutica para la
monitorización de la risperidona a largo plazo.14 Se puede determinar que el uso de risperidona reduce
problemas estereotipados de agresión, irritabilidad y alteraciones conductuales
considerando estos efectos secundarios presentes durante su uso, y otros aún no
muy claros, por lo complejo de sus manifestaciones clínicas.15
La risperidona es la primera elección
en la intervención farmacológica para el manejo de la agresión severa.16 Una dosis de 1-6 mg por día en adultos con TEA ha
mostrado una mejora global en el comportamiento repetitivo, la agresión, la
irritabilidad y la capacidad de socialización. En la terapia combinada con
otros antipsicóticos, como el haloperidol durante un periodo de 5.8 semanas,
con una dosis media de 1.3 mg diarios, se observó un abandono del tratamiento
debido a la presencia de efectos secundarios o reacciones adversas, tales como
fatiga, distonía y depresión. Con esta combinación únicamente se presentó
mejoría en casos de hiperactividad.17
A pesar de que la mayoría de los
artículos reportan una mejoría en las conductas con el uso de este fármaco,
existen reportes donde se refiere que la medicación con risperidona en
comparación con placebo no arrojó resultados con soporte suficiente sobre las
conductas estereotipadas y restringidas en niños con el diagnóstico de TEA.18 De igual manera, se encontró poca evidencia que
apoye su uso en adolescentes y en población adulta; sin embargo, su efectividad
en el manejo de irritabilidad y agitación en estos grupos de edad sigue en
estudio, y gran parte de la información se infiere de estudios que incluyen
principalmente a niños.17
3.4. Aripiprazol
Otro de los antipsicóticos que ha demostrado ser
efectivo en el manejo del TEA, considerando las escalas cognitivo-conductuales,
es el aripiprazol;10 sin embargo, no se han encontrado
diferencias significativas como monoterapia sobre los estados maniacos.10,19 La FDA ha aprobado el uso de aripiprazol como
tratamiento para la irritabilidad en niños y adolescentes entre los 6 y 17
años, aunque también se ha utilizado en niños de hasta 4 años, presentando efectos
benéficos. Los efectos de este antipsicótico se observan a las 8 semanas de
iniciada su administración, con una mejoría cognitiva y conductual similar a la
risperidona.10 Se ha observado que el uso de este fármaco reduce
los síntomas de irritabilidad, estereotipias e hiperactividad, con una baja
tasa de recaída posterior a estas 8 semanas, y que los efectos secundarios
pueden incluir modificaciones metabólicas similares a las de la risperidona,
así como sedación y la aparición de temblor.20-23
El uso temprano de aripiprazol como terapia
combinada con terapias de apoyo, junto con metilfenidato o atomoxetina, ha
demostrado una mejoría clínica en síntomas mínimos o nulos, sobre todo en la
resolución de algunos síntomas de TEA en el 56% de los pacientes, según escalas
de comportamiento y bienestar, así como en la evaluación clínica sobre los
signos y síntomas centrales del TEA, sólo durante su utilización en el periodo
de tiempo mencionado.11 También se ha reportado que en
pacientes que recibieron tratamiento con aripiprazol, la readmisión
hospitalaria por irritabilidad fue del 14.13%, en comparación con el 12% de
readmisión reportado para la risperidona en los primeros 30 a 90 días
posteriores al inicio del tratamiento.24
Realizando la comparación entre el uso de
risperidona y el aripiprazol, se observó que la primera tuvo resultados más
bajos en las escalas de medición conductual y la presencia de las conductas
disruptivas en comparación con el aripiprazol, y estadísticamente fue
significativamente menor en las semanas 3 a 6, lo que implica que el tiempo de
la terapia con estos medicamentos es más importante que el incremento de dosis
durante su utilización.11, 24-28
En general, la tasa global de psicotrópicos usados
en niños y adolescentes con TEA se ha incrementado, sobre todo de los fármacos
mencionados anteriormente, así como la melatonina; sin embargo, en algunos
países el uso de la risperidona y el aripiprazol ha disminuido, específicamente
en Dinamarca.29
Los niveles elevados de 5-HT en plasma y plaquetas
en personas con TEA hacen considerar que este sistema forma parte de la
fisiopatología del trastorno. Los antipsicóticos atípicos como la risperidona y
el aripiprazol tienen como blancos farmacológicos receptores de serotonina,
incluyendo los tipos 1, 2 y 7; mostrando efectos benéficos en las áreas de
comunicación, socialización y conductas repetitivas en niños y adolescentes.30-32 Estudios de tomografía de emisión de positrones
(PET, por sus siglas en inglés) en individuos con TEA han demostrado que el
polimorfismo de los receptores 5HT-2 tienen numerosos moduladores terapéuticos,
incluyendo los antipsicóticos atípicos, los cuales han demostrado mejorar los
síntomas en pacientes con TEA;33 sin embargo, debido a los datos disponibles al
respecto de los antipsicóticos, se elabora un protocolo para el futuro análisis
del efecto de los antipsicóticos sobre diferentes conductas presentes en el
TEA. El objetivo es obtener resultados con muestras más homogéneas creando
escalas para el análisis de respuesta en niños, jóvenes y adultos.34
4. Discusión
El TEA requiere de un manejo farmacológico dirigido
a los síntomas y conductas disruptivas acompañantes o a las comorbilidades
presentes. En otros tiempos, la administración de medicamentos se iniciaba con
la prescripción de fármacos antipsicóticos de primera generación, como el
haloperidol;34,35 no
obstante, gracias a los avances en el conocimiento sobre la fisiopatogenia del
trastorno, se han mejorado las terapias farmacológicas considerando los
posibles blancos terapéuticos que forman parte de la neurobiología de autismo.
Así es como inicia el uso de los antipsicóticos atípicos o de segunda generación,
entre ellos la risperidona y el aripiprazol, los cuales fueron aprobados por la
FDA desde la década de los dos mil para su prescripción en niños con
diagnóstico de TEA a partir de los 5 años y hasta la adolescencia,
especialmente cuando se presentan como comorbilidad la irritabilidad y/o la agresividad.36
De estos dos fármacos, la risperidona ha sido la más
analizada. Se ha realizado un estudio clínico en el que han iniciado la
administración a partir de los 4 años, con una disminución en los puntajes de
sintomatología del TEA y mejora en conductas disruptivas.23 También
se ha considerado que la risperidona puede tener efecto sobre las conductas
repetitivas, y puede promover una mejora en el lenguaje y en estados como la
ansiedad y la depresión.17
El amplio uso de estos fármacos y la marcada
evidencia de eficacia en las escalas de impresiones clínicas globales de
mejoría (CGI-I) que se observa en diferentes estudios clínicos y estudios de
casos se debe a que actúan sobre diferentes receptores, incluyendo aquellos de
los sistemas de neurotransmisores afectados en el autismo, como los receptores
de dopamina y serotonina.32
Una de las evidencias que han sido cruciales para
comprender la neurobiología del autismo es la información existente sobre las
alteraciones serotoninérgicas en el sistema nervioso central. Entre los
diferentes hallazgos se encuentra la identificación de una síntesis inadecuada
en la corteza frontal, el tálamo y el cerebelo en individuos con TEA y
alteraciones sinápticas del sistema serotoninérgico;37,38 y
también, se ha relacionado este sistema neurotransmisor con diferentes
desórdenes del neurodesarrollo.39 Debido
a esta importante afectación en el sistema serotoninérgico es que se aceptan en
el tratamiento farmacológico los antipsicóticos atípicos, ya que presentan un
antagonismo o agonismo parcial de los receptores de serotonina y dopamina,
incluyendo receptores que se localizan en estas estructuras anatómicas en las
que se han reportado modificaciones en la síntesis de serotonina,
principalmente el receptor 5-HT2.25
El mecanismo de acción de la risperidona es el
antagonismo de receptores de dopamina D2 y serotonina 5-HT2A, además de
receptores adrenérgico α1
y α2, así como receptores histaminérgicos
H1.40 Su
efecto antagónico sobre los receptores de dopamina y serotonina se considera
responsable de los resultados en la mejoría de los síntomas del TEA. Se
considera que la acción sobre la dopamina modula las conductas de agresión,
irritabilidad y estereotipias, mientras que los efectos sobre la comunicación,
actividades restringidas y la socialización se atribuyen a la acción antagónica
sobre receptores a serotonina, lo que sin duda justifica el uso de este fármaco
como primera línea en el manejo de niños y adolescentes con autismo.41-43 Respecto
al aripiprazol, que es el otro antipsicótico aceptado por la FDA y del que se
tiene suficiente información sobre su uso en el autismo, presenta un mecanismo
de acción similar a la risperidona, aunque con un perfil de unión y acción
antagonista a receptores de serotonina 5-HT7, 5-HT2c con alta afinidad.40,44,45 Receptores
que se consideran también como un blanco terapéutico importante en el TEA.
Estos mecanismos de acción los convierte en fármacos aprobados para su uso en
el manejo conductual y de comorbilidades en el trastorno.
En esta revisión se corrobora que tanto la
risperidona como el aripiprazol son efectivos para el manejo específico de la
irritabilidad, así como de las conductas agresivas y autolesivas en niños con
autismo. La risperidona produce mejoras conductuales y cognitivas, además de
mejoría en la irritabilidad, la agresión, la comunicación y la ansiedad, pero
sólo cuando se cumple con un periodo de administración entre 6 y 8 semanas.12 Su
mayor efecto se observa en la irritabilidad y la agresión, las cuales presentan
una mayor prevalencia en el TEA, aproximadamente de un 80%.5 Otro dato importante a considerar es la posibilidad
de que la risperidona posea un efecto neuroprotector al activar la glía,
especialmente los astrocitos, disminuyendo el estrés oxidativo que causa
neurodegeneración;46
además, se ha observado una mejoría en las conductas
restringidas y repetitivas con la administración de este fármaco.12,21 No obstante, se requiere mayor
investigación, ya que el efecto neuroprotector sólo es reportado en una de las
fuentes analizadas, aunque se conoce su efecto protector en otras especies.
Por otro lado, se concluye que tanto la risperidona
como el aripiprazol presentan diferentes efectos secundarios indeseables que
pueden poner en riesgo la salud de los niños y adolescentes. Estos efectos
secundarios incluyen alteraciones en el metabolismo, datos de
hiperprolactinemia, alteraciones en el sistema cardiovascular e incremento de
hasta 5% del peso basal del paciente.47 Por
lo tanto, es necesario llevar un control con mediciones y análisis de sangre,
tensión arterial, función tiroidea, niveles de prolactina y medición de calcio
sérico.48 Se sabe que una de las posibles
causas del incremento de peso durante el consumo de antipsicóticos de segunda
generación, es por la unión de los receptores 5-HT2A, ya que disminuye la
saciedad y la sensibilidad de los receptores de insulina.49
Aunque se han estudiado otros antipsicóticos en
distintas fuentes, los resultados reportados son poco concluyentes, por lo que
se recomienda realizar más investigaciones sobre estos fármacos (olanzapina,
clozapina, palperidona, ziprasidona). El uso de fármacos para el manejo del TEA
ha aumentado,3 ya sea debido a un incremento en los
factores que dan origen a los trastornos del neurodesarrollo o porque ha
mejorado el diagnóstico temprano del TEA. Esto ha llevado al estudio de la
administración de algunos fármacos aceptados para el manejo del trastorno en
etapas más tempranas; tal es el caso de los ensayos realizados con la
administración de aripiprazol en niños de 4 años.
5. Conclusiones
Los antipsicóticos atípicos son agentes
farmacológicos que se prescriben principalmente para el manejo de conductas
disruptivas en el TEA, lo cual tiene fundamento en las bases neurobiológicas
del trastorno. Los receptores de serotonina son uno de los blancos
farmacológicos de mayor interés, debido a su implicación en la neurogénesis,
migración celular, la sinaptogénesis y la plasticidad cerebral, además de otras
conductas características en el autismo, información cuya evidencia recae en la
hiperserotoninemia presente en el 45% de los casos de TEA.50,51
De los dos antipsicóticos atípicos aprobados por la
FDA para el tratamiento del TEA,4 la
información analizada respalda la efectividad de ambos para el manejo de la
irritabilidad,52
la agresión y la reducción del porcentaje de
reingresos hospitalarios en casos graves del trastorno. Se concluye que estos
tratamientos son efectivos y seguros para su utilización en niños y
adolescentes con TEA; sin embargo, es importante destacar que en los diferentes
estudios se establece un periodo de aproximadamente 8 semanas como ventana de
uso de los fármacos para que se presenten los efectos benéficos en la conducta
de los individuos que los consumen, y que su periodicidad, así como el tiempo
utilizado, son aspectos más relevantes para la mejora clínica que el incremento
de la dosis administrada. Existen otros antipsicóticos atípicos que podrían ser
indicados; sin embargo, no hay resultados concluyentes o no existe aún un
efecto significativo en las escalas conductuales para evaluar su efectividad.
Por lo tanto, se requiere realizar más investigaciones sobre este tipo de
fármacos.
El TEA es un trastorno del neurodesarrollo
heterogéneo y, por lo tanto, los tratamientos deben ser individualizados y
dirigidos de acuerdo con la sintomatología o comorbilidad acompañante. Es
deseable realizar estudios que evalúen la diversidad de tratamientos
farmacológicos para mejorar la calidad de vida de las personas con TEA, ya sea
como monoterapias o como tratamientos combinados. Además, es importante
considerar el acompañamiento de estos tratamientos con intervenciones no
farmacológicas. Antes de considerar la prescripción de cualquier antipsicótico,
se debe ponderar la relación riesgo-beneficio, realizar un acompañamiento y
vigilancia de los efectos secundarios de los fármacos, y analizar la
posibilidad de intervenciones alternativas o complementarias sin medicamentos.
6. Conflicto de intereses
Los autores declaran no tener conflicto de intereses
en la publicación del artículo.
7. Agradecimientos
Se agradece al Consejo Nacional de Humanidades,
Ciencia y Tecnología (CONAHCyT) de México por el apoyo otorgado a través del
Programa de Becas Nacionales (No. CVU: 960414), y al Instituto de
Investigaciones Cerebrales (IICE) de la Universidad Veracruzana.
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