Artículo de revisión
El
vínculo entre calidad de sueño y consumo de drogas en adolescentes
The Link Between Sleep Quality and Drug
Use in Adolescents
1,2Rodolfo Espinoza-Abad, 1,2Fernando
Bravo-González, 1Mario Eduardo Acosta-Hernández, 1*Fabio
García-García.
1Laboratorio de Biología del Sueño. Departamento de Biomedicina.
Instituto de Ciencias de la Salud. 2Posgrado en Ciencias de la
Salud. Universidad Veracruzana.
*Correspondencia: Dr. Fabio García García.
Laboratorio de Biología del Sueño, departamento de Biomedicina. Instituto de
Ciencias de la Salud, Universidad Veracruzana. Luis Castelazo Ayala s/n. Ánimas.
Teléfono: 2288418926. Xalapa, Ver. 91190. México. Email: fgarcia@uv.mx
DOI: https://doi.org/10.25009/eb.v15i38.2631
Recibido: 26 abril, 2024 |
Aceptado: 26 junio 2024
Resumen
El sueño es un ritmo biológico que se presenta cada 24 horas y
alterna con la fase de vigilia. Las funciones atribuidas al sueño son diversas,
pero destaca su papel en la consolidación de la memoria, en la regulación del
metabolismo y en la limpieza del cerebro de desechos tóxicos. Estudios
recientes muestran que el sueño tiene un papel neuroprotector al reducir el
riesgo de desarrollar conductas nocivas como la ludopatía. Particularmente, la
reducción del tiempo de sueño se correlaciona con mayor riesgo de consumo de
sustancias psicoactivas. Este riesgo es relevante en los adolescentes por dos
razones: el sistema cerebral responsable de la toma de decisiones no alcanza su
madurez estructural y funcional y son un grupo etario donde la privación de
sueño es recurrente. En este manuscrito se llevó a cabo una revisión narrativa
de 48 artículos publicados en los últimos diez años con el objetivo de conocer cómo
la reducción recurrente del tiempo de sueño durante la adolescencia puede
incrementar la probabilidad de consumo de sustancias psicoactivas. Con los
estudios revisados se propone un modelo hipotético que muestra la relación
potencial entre la reducción de horas de sueño, la sensibilización del sistema
cerebral de la recompensa y el consumo de sustancias psicoactivas.
Palabras clave: privación de sueño, calidad de sueño,
insomnio, adolescente, orexina, abuso de sustancias.
Abstract
Sleep is a biological rhythm that occurs
every 24 hours and alternates with the waking phase. The functions of sleep are
diverse, but its role stands out in consolidating memory, regulating
metabolism, and cleaning the brain of toxic waste. Recent studies show that
sleep has a neuroprotective role by reducing the risk of developing harmful
behaviors such as gambling. Particularly, reduced sleep time is correlated with
a greater risk of psychoactive substance use. This risk is relevant in
adolescents for two reasons: the brain system responsible for decision-making
does not reach its structural and functional maturity, and they are an age
group where sleep deprivation is recurrent. In this manuscript, a narrative
review of 48 articles published in the last ten years was carried out with the
objective of knowing how the recurrent reduction in sleep time during
adolescence can increase the probability of consumption of psychoactive
substances. With the studies reviewed, a hypothetical model is proposed that shows
the potential relationship between the reduction in hours of sleep, the
sensitization of the brain reward system, and the consumption of psychoactive
substances.
Keywords: sleep deprivation, sleep quality,
insomnia, teenagers, orexin, drug abuse.
1. Introducción
El sueño es un fenómeno biológico vital para
todos los mamíferos.1 Los humanos invierten una tercera parte de su
vida en dormir y no hacerlo tiene consecuencias graves para la salud de las
personas. Por ejemplo, reducir el tiempo de sueño es un factor de riesgo para
desarrollar sobrepeso y obesidad, desórdenes metabólicos, cardiovasculares y
cognitivos.2 En este sentido, dormir el tiempo requerido
por el organismo adquiere una relevancia sustancial en una sociedad que con
mayor recurrencia sacrifica las horas de sueño por otras actividades.3
Particularmente, la población de jóvenes
adolescentes es de interés porque diversos estudios muestran que el tiempo y la
calidad de sueño se reduce, y la prevalencia de trastornos del sueño se
incrementa.4 En parte, esto ocurre porque los adolescentes
se restringen de sueño de manera recurrente por las demandas escolares, las
actividades extracurriculares y el uso de dispositivos electrónicos (DE) en
horarios no adecuados.4-6 De manera interesante, se ha documentado que
pacientes con insomnio crónico tienen un riesgo alto de volverse adictos y los
pacientes que cursan por algún tipo de adicción presentan eventos de insomnio.7 Lo anterior sugiere que existe un vínculo
estrecho entre la falta de sueño y el consumo de sustancias psicoactivas.
En este sentido, la etapa de la adolescencia
representa un periodo de vulnerabilidad para el consumo de drogas por dos
factores: la falta de maduración del circuito cerebral asociado a la toma de
decisiones y a que duermen poco.4
Por lo tanto, en la presente revisión se expone y discute el vínculo entre la
reducción de horas de sueño en los adolescentes y el consumo de sustancias
psicoactivas.
2. Objetivo
El objetivo de este trabajo fue revisar la relación que existe
entre la reducción de horas de sueño y el consumo de sustancias psicoactivas en
los adolescentes.
3. Métodos
3.1. Estrategia de búsqueda de la información
Se llevó a cabo una revisión narrativa y se
consultaron las siguientes bases de datos: Web of Science, Scopus,
PubMed y Science Direct. La búsqueda bibliográfica se realizó
utilizando las siguientes palabras clave en inglés: adolescents, substance
use disorder, sleep, sleep quality, insomnia, orexin, melatonin and cellphone,
utilizando comas como conectores entre las palabras clave. Se seleccionaron
artículos publicados en el período comprendido entre 2013-2023, pero también se
incluyeron 11 artículos fuera de ese periodo, relacionados con aspectos de la
neurobiología del sueño y útiles para el propósito de la revisión. Se
examinaron 250 artículos, de los cuales se seleccionaron 48 que cumplían con
los criterios de inclusión: privación de sueño, calidad de sueño, consumo de
drogas en adolescentes, incluyendo uso de dispositivos electrónicos,
melatonina, orexina y estudios de neuroimagen. Se excluyeron los estudios
realizados en modelos animales y traslacionales, así como aquellos que
abordaran otras formas de adicción que no fueran sustancias psicoactivas
(Figura 1).
Figura 1. Diagrama de flujo PRISMA de tres niveles que muestra la
metodología empleada para selección de artículos.
4. Aspectos
generales del ciclo vigilia-sueño
Históricamente, diversas civilizaciones han tratado de
comprender el sueño desde las distintas perspectivas culturales. El sueño ha
sido interpretado de diversas maneras a lo largo de la historia, desde ser
considerado como mensajes o señales de las divinidades en las civilizaciones
griega y romana, pasando por las interpretaciones sobrenaturales de filósofos
antiguos como Aristóteles y Platón, las perspectivas religiosas y místicas de
la Edad Media y el Renacimiento, hasta las explicaciones neurocientíficas de la
modernidad. Hoy se sabe que es un proceso biológico básico en todos los
organismos y, por lo tanto, indispensable para el funcionamiento óptimo del
cerebro y el cuerpo.
El sueño es un fenómeno biológico que alterna con la fase de
vigilia y se encuentra sincronizado con el ciclo luz-oscuridad. En los humanos,
el sueño se divide en dos fases: sueño sin movimientos oculares rápidos (NMOR)
que incluye un sueño ligero (etapa N1-N2), y un sueño profundo (etapa N3) y
sueño con movimientos oculares rápidos (MOR). Para identificar las fases del
sueño se requiere del registro de la actividad eléctrica cortical o electroencefalograma
(EEG), del movimiento de los músculos oculares o electrooculograma (EOG) y del
tono muscular o electromiograma (EMG). El registro simultáneo de estos tres
parámetros permite diferenciar entre vigilia, NMOR y MOR (Figura 2). Además, se
pueden obtener los parámetros cualitativos de calidad de sueño: duración de
sueño por hora/día, porcentaje de NMOR y MOR, y el porcentaje de las fases
N1-N3 de NMOR;8 así como los parámetros cualitativos: latencia a sueño,
latencia al primer evento de sueño MOR, los microdespertares que se presentan
iniciado el sueño y la intensidad de las ondas delta durante la etapa N3 del
sueño NMOR.9
Figura 2. Se muestra el
registro del electroencefalograma (EEG), electrooculograma (EOG) y
electromiograma (EMG) en humano. Observe las diferencias en los trazos
electrográficos entre sueño sin movimientos oculares rápidos (NMOR), sueño con
movimientos oculares rápidos (MOR) con respecto a la fase de vigilia.
Modificado de Thompson et al., 2001.
Como se mencionó previamente, en humanos el sueño NMOR se
divide en etapa N1 y N2 (sueño ligero) y etapa N3 (sueño profundo). La división
de etapas N1-N3 corresponde a los cambios en la amplitud y frecuencia de las
ondas cerebrales que se registran en el EEG, siendo la fase N3 la etapa donde
se presenta el ritmo delta, caracterizado por ondas cerebrales de gran amplitud
(>200 µV) y baja frecuencia (0.5-4.0 Hz).10 Además, durante
el sueño NMOR hay ausencia de movimientos oculares, reducción de la frecuencia
respiratoria y cardiaca, así como disminución del tono muscular. Por su parte,
el sueño MOR se caracteriza por la presencia de movimientos oculares rápidos y
una actividad cortical de bajo voltaje y frecuencia rápida, semejante a la que
se presenta durante la fase de vigilia.10 Durante el
sueño MOR la frecuencia respiratoria y cardiaca es irregular y el tono muscular
se inhibe, exceptuando los músculos que participan en la respiración. Un
fenómeno evidente durante el sueño MOR es la generación de las ensoñaciones o
sueños.10,11
Con relación al circuito cerebral que induce y mantiene el
sueño, los núcleos preóptico mediano (NPM) y ventrolateral preóptico (NVLP) del
hipotálamo son fundamentales. Estos núcleos tienen neuronas gabaérgicas y
glicinérgicas que envían proyecciones a otros núcleos del hipotálamo y del
tallo cerebral para inhibir la fase de vigilia.12,13 Se ha sugerido
que existe un proceso de inhibición recíproca entre las regiones cerebrales que
regulan la vigilia y el sueño, y se ha propuesto el modelo “flip-flop” o
“sube y baja”12 (Figura 3). Para el inicio de la vigilia, las orexinas
(ORX), neuropéptidos sintetizados por las neuronas localizadas en el hipotálamo
lateral, estimulan a las neuronas de los núcleos rafe dorsal (RD)
Figura 3. Representación
esquemática del modelo “Sube y baja” de regulación del ciclo vigilia-sueño.
Panel A muestra las regiones cerebrales que participan en el mantenimiento de
la vigilia. Panel B muestra que el sueño se produce por la inhibición del
circuito de la vigilia por parte de las neuronas del núcleo preóptico mediano
(NPM) y del núcleo ventrolateral preóptico (NPVL) que sintetizan GABA.
Modificado de Saper et al., 2010.
5. Sistema cerebral de recompensa
El sistema de
recompensa es una red compleja de estructuras cerebrales y procesos
neuroquímicos que regulan y controlan el comportamiento de búsqueda de
recompensas y la sensación de placer.14 Este sistema es fundamental para la
motivación y la toma de decisiones, y está involucrado en procesos como el
aprendizaje, la memoria y la regulación del estado de ánimo.15 Dicho circuito está formado por el
área ventral tegmental (AVT), núcleo accumbens (NAc) y sus porciones Shell
y Core, el núcleo basolateral (BLA) de la amígdala, el hipocampo y la
corteza prefrontal.16-18
La recompensa es
un proceso en donde el cerebro asocia un estímulo de diferente naturaleza con
un resultado gratificante.19
Los estímulos pueden ser tan diversos como consumir una sustancia o eventos y
actividades (reforzadores positivos), entre otros.19 La recompensa se integra por tres
factores: el querer (deseo), el gusto (placer) y el aprendizaje motivado.20 A nivel neuroquímico, la dopamina (DA)
es el principal neurotransmisor que participa en procesos de recompensa. La
liberación de DA depende del valor hedónico de ciertos reforzadores naturales21 como el consumo de comida, la
actividad sexual y la interacción social o bien por estímulos inducidos como el
consumo de drogas; a través de efectos directos o indirectos sobre las neuronas
dopaminérgicas en el AVT y con la posterior liberación de DA en el NAc22-24 (Figura 4).
Figura 4. Esquema de un corte sagital del
cerebro humano que representa el sistema de recompensa. En la figura se
ilustran las regiones cerebrales que lo componen: núcleo accumbens, corteza
prefrontal (CPF), amígdala (Ami), hipocampo (HPC), área ventral tegmental
(AVT), sustancia negra (SN) y el estriado dorsal (ED). Modificado de Telzer,
2016.
La DA se produce
por las neuronas del AVT, esta área envía proyecciones al NAc, y este a su vez
a la corteza prefrontal. Por su parte, el BLA de la amígdala y el hipocampo son
dos regiones cerebrales que también participan en la respuesta a la recompensa.
El primero es un núcleo asociado con la regulación de las emociones y las
valencias motivacionales, por su parte el hipocampo tiene funciones
relacionadas al aprendizaje y la memoria.25-27
Por su parte, la
corteza prefrontal es una región cerebral que participa en la regulación de
procesos cognitivos complejos como la toma de decisiones, el control de
impulsos, la formación de la personalidad y el razonamiento.28-30 Sin embargo, durante la etapa de
adolescencia la corteza prefrontal aún no alcanza su madurez estructural y
funcional; en consecuencia, el adolescente es susceptible de ejecutar impulsos
emocionales y conductas de riesgo.24 Estudios recientes muestran que una
menor conectividad entre la amígdala y la corteza orbitofrontal se asocia con
un aumento en el consumo de alcohol en adolescentes.31 De manera interesante, la actividad
metabólica en el NAc, precúneo y la corteza occipital se incrementa en
adolescentes durante la toma de decisión de consumir alcohol.32 Estos resultados en conjunto sugieren
que la falta de conectividad entre la corteza prefrontal y las regiones
subcorticales favorecen comportamientos de riesgo y que la DA proveniente de
las proyecciones que envía el ATV facilita la excitación de las regiones
cerebrales que inhiben la toma de decisión correcta.
Sumado a lo
anterior, se han reportado cambios estructurales y funcionales en áreas
corticales del cerebro adolescente, particularmente la sobreexpresión de
receptores D2, lo que también se asocia con la presencia de conductas de
impulsividad.33 Estos procesos predisponen a que el
cerebro adolescente sea proclive a la impulsividad y mala toma de decisiones, y
si se suma que duermen menos horas que las que requieren el riesgo de consumir
sustancias psicoactivas aumenta. En la siguiente sección se revisan las
evidencias relacionadas con este aspecto.
6. Relación entre reducción de horas de sueño y consumo de sustancias en los adolescentes
La adolescencia
es una etapa de la vida que, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud
(OMS), abarca desde los 10 hasta los 19 años, y representa una fase importante
del desarrollo en la que se establecen las bases para una buena salud física y
mental, las cuales impactan posteriormente en la vida adulta. Con relación al
tiempo de sueño, un adolescente entre 10-12 años debe dormir entre 9 y 12
horas, mientras un adolescente de 13-19 años entre 8 y 10 horas.34 Particularmente, durante la
adolescencia se producen cambios drásticos en los horarios de sueño, es común
que durante los días hábiles de la semana los adolescentes se despierten
temprano para asistir a la escuela y se duerman tarde debido a la realización
de las tareas escolares o el uso de DE. Este desorden en los horarios de sueño,
generalmente se exacerba los fines de semana debido a que los adolescentes
participan en eventos sociales y de convivencia con amigos o familia. En ambas
situaciones, los adolescentes “arrastran” una deuda de sueño crónica porque no
consiguen dormir el tiempo requerido que demanda su organismo.35,36
En un estudio
realizado en niños y adolescentes se evidenció que los jóvenes que entran a la
pubertad muestran una mayor supresión en la síntesis de melatonina generada por
la exposición a la luz en comparación con adolescentes en una etapa puberal
posterior.37 La melatonina es una hormona
pleitrópica sintetizada por la glándula pineal y que posee efectos diversos en
el organismo, destacando su papel como regulador del ciclo vigilia-sueño al ser
un agente sincronizador (cronobiótico).38 Sin embargo, la síntesis de melatonina
puede ser inhibida por la exposición a cualquier tipo de luz durante la noche
debido a las conexiones retinohipotalámicas que recibe la glándula pineal.39
En este sentido,
se sabe que los DE emiten luz de longitud de onda corta que retrasa el ritmo
circadiano (atraso de fase) debido a que suprime la liberación de melatonina.40 Un estudio mostró que cuando los
adolescentes se exponen un promedio de 2 horas a DE con una iluminación de
alrededor de 87 lx sin usar lentes bloqueadores de luz azul, muestran una
supresión en la síntesis de melatonina en comparación con aquellos que fueron
expuestos por 3 horas y que usaron gafas protectoras.41 Además, entre más joven sea un
individuo mayor fotosensibilidad presenta a la luz azul.37 La inhibición de la liberación de
melatonina tiene consecuencias drásticas sobre el tiempo de sueño, por ejemplo,
un estudio transversal realizado en niños y adolescentes reportó una asociación
entre el aumento de la latencia al inicio de sueño y el uso de DE.42 Sumado a lo anterior, el adolescente
usa también el DE cuando tiene dificultad para conciliar el sueño.43 En este sentido, el uso de DE en los
adolescentes se asocia negativamente con la duración del sueño y positivamente
con la somnolencia diurna.44
Además de lo
anteriormente descrito, los adolescentes presentan con frecuencia el denominado
“jet-lag social”, término que refiere seguir un horario de sueño
distinto durante la semana que durante los fines de semana.45 Este desajuste de horario ocurre por
dos razones: los adolescentes trasnochan debido a las actividades sociales del
fin de semana y al uso de DE durante la noche.5,36,46,47 Estos factores restan horas de sueño y
generan una deuda recurrente de sueño que afecta negativamente el rendimiento
escolar y los procesos cognitivos48, además de
producir insomnio y somnolencia excesiva diurna.
Como ya se
mencionó, existe una asociación entre la reducción de horas de sueño y el
consumo de sustancias psicoactivas.16 Particularmente, se ha reportado que
adolescentes que cursan con somnolencia excesiva diurna presentan un consumo
elevado de alcohol.49 La presencia de somnolencia excesiva
diurna es un indicador de mala calidad de sueño, sugiriendo que el tiempo de
sueño es reducido y predice un consumo de sustancias psicoactivas.49
Un estudio realizado
en estudiantes de preparatoria encontró que la probabilidad de consumir
mariguana aumenta un 14% por cada hora perdida de sueño; en sentido opuesto,
por cada hora adicional de sueño disminuía un 15% la probabilidad de consumir
bebidas alcohólicas.50-52 De manera interesante, en adolescentes
entre 16 a 19 años que cursan con síntomas de insomnio tienen un riesgo tres
veces mayor de consumir o abusar del alcohol y otras substancias ilegales.53 Estudios similares han reportado que
adolescentes con tiempo de sueño reducido y somnolencia excesiva diurna tienen
mayor probabilidad de consumir tabaco, alcohol y marihuana.54,55
Igualmente, en un estudio realizado en adolescentes que nunca habían consumido
sustancias psicoactivas previamente, pero que presentaban síntomas de insomnio
tuvieron un mayor riesgo (OR=2.215) de consumir tabaco, alcohol y drogas
ilegales.56 En resumen, en los adolescentes la
recurrente privación de sueño hace que esta población sea vulnerable al consumo
de sustancias psicoactivas. En la siguiente sección se propone un modelo que
podría explicar la relación entre ambas variables.
7. Modelo hipotético
Como se mencionó anteriormente, las ORX que se producen en
las neuronas del hipotálamo lateral son claves para mantener la vigilia debido
a que estimulan la liberación de noradrenalina, histamina y serotonina. Sin
embargo, las neuronas orexinérgicas también envían proyecciones a las neuronas
del AVT, facilitando la liberación de DA hacia la corteza prefrontal.7,16,24 Por lo tanto,
un alargamiento de la fase de vigilia elevaría los niveles cerebrales de DA,
activando al sistema mesolímbico asociado con la recompensa. Un estudio
realizado en muestras post-mortem de cerebro de pacientes con desorden
de uso de heroína mostró un incremento en el número de neuronas que producen
ORX, sugiriendo la sobre activación del sistema orexinérgico ante el consumo
sustancias psicoactivas.57 En este sentido, la
actividad orexinérgica estaría sobre estimulando la liberación de DA por parte
de AVT hacia la corteza prefrontal, inhibiendo la toma de decisiones. Por lo
tanto, el alargamiento de la vigilia provocado por el jet lag social,
uso recurrente de DE y el inicio de actividades escolares muy temprano por la
mañana serían factores responsables de generar una estimulación recurrente del
circuito mesolímbico. En consecuencia, las ORX se convierten en un elemento
clave en el desarrollo de la conducta adictiva. Ensayos clínicos que usaron el
antagonista del receptor a ORX tipo 1, llamado suvorexant, en pacientes adictos
a opioides muestran mejoría en la calidad de sueño y en los síntomas de
abstinencia;58 sin embargo, se requiere más
investigación al respecto. Actualmente, existen 18 ensayos clínicos registrados
en diferentes fases que están probando el efecto de los antagonistas de ORX
como estrategia terapéutica para el abuso de sustancias.59
De manera interesante, en el modelo propuesto el consumo de
sustancias deteriora la calidad de sueño, lo que conduce al consumo de
sustancias y a una sobre estimulación del sistema de la recompensa, formando un
ciclo bidireccional entre todos los factores (Figura 5).
Figura 5. Modelo sugerido
que ilustra la relación entre la mala calidad de sueño y el consumo de
sustancias. Potencialmente factores como el jet lag social, el uso de
dispositivos electrónicos durante la noche y el inicio de las actividades
escolares muy temprano por la mañana deterioran el tiempo de sueño requerido
por el adolescente. En consecuencia, la calidad de sueño se demerita
produciendo un incremento de la fase de vigilia, aumento de los niveles
circulantes de orexina y en consecuencia de dopamina. En conjunto, se produce
una sobre estimulación del sistema cerebral de la recompensa, produciendo
vulnerabilidad del individuo al consumo de sustancias adictivas. El consumo de
sustancias a su vez estimula al sistema cerebral de la recompensa, favoreciendo
el alertamiento en detrimento de tiempo de sueño. Elaboración propia.
8. Conclusiones
El
sueño es un elemento necesario para el desarrollo adecuado de todos los
individuos y, particularmente, necesario durante la infancia y la adolescencia.
Sin embargo, factores externos como los horarios escolares, el uso frecuente de
DE y el jet-lag social reducen significativamente el tiempo y la calidad
de sueño en los adolescentes. Esta afectación en el tiempo de sueño combinada
con la inmadurez del circuito cerebral de la recompensa contribuye
potencialmente con el desarrollo de conductas nocivas, como el consumo de
sustancia psicoactivas.
9. Financiamiento
Los
autores R.E.A y F.B.G. agradecen al CONAHCYT la beca 927257 y 797690
respectivamente, para la realización de sus estudios de posgrado. F.G.G.
agradece al fondo 254264-CONAHCYT por el apoyo parcial para la realización del
presente trabajo.
10. Conflicto de interés
Los
autores declaran no tener ningún conflicto de interés.
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