Art�culo de revisi�n
Hormonas y neurociencias
Hormones and neurosciences
1*Oscar
Gonz�lez-Flores, 1Marcos Garc�a-Ju�rez, 1Raymundo
Dom�nguez-Ordo�ez
1Centro de Investigaci�n en Reproducci�n Animal. Universidad
Aut�noma de Tlaxcala.
Este art�culo est� disponible en: https://eneurobiologia.uv.mx/index.php/eneurobiologia/article/view/2634
*Correspondencia: Oscar
Gonz�lez-Flores. Centro de Investigaci�n en Reproducci�n Animal. Plaza Hidalgo
S/N Panotla, Tlaxcala, C.P. 90140. Tel�fono: 2464621727.
M�xico. Email: oglezflo@gmail.com
DOI: https://doi.org/10.25009/eb.v15i39.2634
Recibido: 30 julio, 2024 | Aceptado: 21 octubre, 2024
Resumen
En esta revisi�n se describen algunos aspectos para comprender
los efectos de las hormonas y su efecto en el funcionamiento cerebral,
utilizando para ello el estudio de la conducta sexual femenina (CSF). Las
hormonas esteroides, como el estradiol (E2) y la progesterona (P),
juegan un papel importante en el desarrollo y la expresi�n de dicha conducta.
Por ejemplo, se conoce que el E2 prepara al sustrato neural
involucrado en la regulaci�n de la CSF (�rea pre�ptica; APO o el hipot�lamo;
HT, etc.) mientras que la P es quien dispara la expresi�n de dicha conducta.
Adem�s, se ha planteado que compuestos con diferentes estructuras qu�micas
como: p�ptidos (hormona liberadora de gonadotropinas; GnRH, leptina,
apelina-13), aminas biog�nicas (adrenalina), prostraglandina E2 (PGE2),
segundos mensajeros (adenos�n monofosfato c�clico; AMPc, guanos�n monofosfato
c�clico; GMPc, etc.), pueden sustituir al efecto inductor de la P sobre la
expresi�n de la CSF. Adem�s, se describen algunos estudios realizados desde un
punto de vista hormonal y celular en roedores, los cuales han contribuido al
entendimiento de la fisiolog�a reproductiva. Tambi�n se describen algunos de
los mecanismos intracelulares involucrados en la regulaci�n de la expresi�n de
dicho comportamiento como: a) la fosforilaci�n de prote�nas, b) los efectos de
leptina y apelina-13, y su posible comunicaci�n cruzada con hormonas
esteroides. Finalmente, c) describiremos c�mo los astrocitos, al liberar
neurotransmisores en respuesta a diversas hormonas, podr�an modular a las neuronas
del HT involucradas en la liberaci�n de la GnRH, misma que se encuentra en
sincron�a con la expresi�n de la CSF.
Palabras clave: Lordosis; hormonas;
receptor a estr�genos (RE); receptor a progesterona (RP).
Abstract
This review describes some aspects to
understand the effects of hormones and their impact on brain function, using
the study of female sexual behavior (FSB) as a framework. Steroid hormones,
such as estradiol (E2) and progesterone (P), play an important role
in the development and expression of this behavior. For example, E2
is known to prepare the neural substrate involved in regulating FSB (preoptic
area; POA or ventromedial hypothalamus; VMH, etc.), while P triggers the
expression of this behavior. Furthermore, it has been suggested that compounds
with different chemical structures, such as peptides (gonadotropin-releasing
hormone; GnRH, leptin, apelin), biogenic amines (adrenaline), prostaglandin E2
(PGE2), and second messengers (cyclic adenosine monophosphate; cAMP,
cyclic guanosine monophosphate; cGMP, etc.), could substitute for the inductive
effect of P on the expression of FSB. Additionally, some studies conducted from
a hormonal and cellular perspective in rodents are described, which have
contributed to the understanding of reproductive physiology. The review also
outlines some of the intracellular mechanisms involved in regulating the
expression of this behavior, such as a) protein phosphorylation, b) the effects
of leptin and apelin-13, and their possible cross-communication with steroid
hormones. Finally, c) we will describe how astrocytes, by releasing
neurotransmitters in response to various hormones, could modulate the VMH
neurons involved in the release of GnRH, which is synchronized with the
expression of FSB.
Keywords: Lordosis;
hormones; estrogen receptor (ER); progesterone receptor (PR).
1. Introducci�n
1.1. Definici�n de hormonas
A principios del siglo XX (en 1905), el
fisi�logo brit�nico Ernest Starling1 defini� el concepto moderno de �hormona�. As�, las hormonas son
sustancias qu�micas producidas por gl�ndulas endocrinas que son liberadas y
transportadas por el torrente circulatorio hasta tejidos distantes capaces de
reconocerlas, ya que presentan receptores espec�ficos para cada hormona y de
esa manera regulan las funciones fisiol�gicas.
A trav�s de las hormonas,
las gl�ndulas endocrinas pueden comunicarse con las c�lulas de diversas
maneras, por ejemplo, dependiendo de la distancia que exista entre la c�lula
emisora y la receptora, as� como del medio a trav�s del cual se transmite el
mensaje.2 En el contexto de las
neurociencias, las hormonas desempe�an un papel fundamental en la modulaci�n de
la funci�n cerebral y en consecuencia en el comportamiento, el estado de �nimo
y las funciones cognitivas.3 Esta revisi�n explora c�mo las hormonas interact�an con el
cerebro, proporcionando una visi�n de su influencia en la salud y el
comportamiento animal y humano.
1.2. Definici�n de hormonas
Los diferentes tipos de comunicaci�n hormonal se han clasificado
en endocrina, autocrina, paracrina y neuroendocrina. a) En la comunicaci�n
endocrina, las hormonas son liberadas por gl�ndulas de secreci�n interna, es
decir, liberan su contenido directamente al torrente sangu�neo, a trav�s del
cual viajan hasta sus c�lulas diana, es decir, c�lulas que contienen receptores
que reconocen a la hormona. b) En la comunicaci�n autocrina, las hormonas
act�an sobre las mismas c�lulas que las producen para autorregular las
funciones celulares en procesos como el crecimiento celular y la respuesta
inmune.
c) La comunicaci�n paracrina implica la liberaci�n de hormonas
que act�an sobre c�lulas vecinas a la gl�ndula que las secret�. Por lo tanto,
las hormonas no viajan a trav�s del torrente sangu�neo, sino al espacio
intercelular para alcanzar sus c�lulas diana cercanas. d) La comunicaci�n
neuroendocrina es una combinaci�n de se�alizaci�n neural y endocrina. As�, las
neuronas liberan hormonas directamente al torrente circulatorio (por ejemplo,
el sistema porta/hipofisiario) en respuesta a est�mulos nerviosos.
2. Objetivo
La presente revisi�n tiene como objetivo describir los
mecanismos celulares activados por diferentes hormonas en la facilitaci�n de la
CSF.
3.
Materiales y m�todos
Para la realizaci�n de
este art�culo de revisi�n, se incluyeron art�culos originales y revisiones
referentes a los mecanismos celulares involucrados en el despliegue de la CSF.
Los criterios de inclusi�n para la b�squeda de informaci�n involucr�: a)
palabras clave como lordosis, proceptividad, conducta sexual femenina, RE,
receptor a progesterona, leptina, apelina-13, receptores membranales, GnRH, PGE2,
cinasas, HT, APOm. b) la b�squeda de art�culos y revisiones de relevancia en
PubMed, as� como la consulta de los art�culos directamente en la revistas
indizadas o libros de reconocido prestigio, mismos que pueden ser revisados a
detalle en la secci�n de �Referencias� de esta misma revisi�n. Por lo tanto, se
ha seleccionado cuidadosamente un total de 50 publicaciones, que incluyen desde
aquellos que por su relevancia se han convertido en literatura cl�sica y que
fueron publicados desde inicios del siglo XX hasta aquellos art�culos novedosos
que han sido publicados en el 2023. La exclusi�n de literatura se bas� en el criterio
de no contemplar aquellas publicaciones que poseen poca o nula relaci�n con el
estudio de la CSF.
4.
Tipos de hormonas y sus
funciones
Las hormonas se clasifican de acuerdo a
su estructura qu�mica y funci�n en tres categor�as; a) esteroideas como la
testosterona, el E2 o la P, �stas son derivadas del colesterol y
pueden regular el metabolismo, la respuesta al estr�s y el desarrollo sexual.
Por otro lado, b) las hormonas pept�dicas, como: GnRH, oxitocina, vasopresina,
leptina o apelina-13 est�n compuestas de amino�cidos, formando cadenas
pept�dicas cortas. �stas regulan procesos como la ovulaci�n, las contracciones
uterinas, la presi�n arterial o la regulaci�n energ�tica, etc. Por �ltimo, c)
las monoaminas, como las catecolaminas, son derivadas de amino�cidos y est�n
involucradas en la respuesta de "lucha o huida", as� como en la
regulaci�n del estado de �nimo y la atenci�n.
5. La conducta sexual femenina como modelo de estudio
El
estudio de la CSF es un �rea de investigaci�n rica y diversa que puede ser abordada
desde m�ltiples perspectivas. A continuaci�n, se describen diferentes enfoques
para estudiar este comportamiento, los cuales incluyen: el estrictamente
conductual, el comparativo, el hormonal y el an�lisis de mecanismos
neuroendocrinos, celulares y moleculares.
El
enfoque conductual estudia la CSF sin profundizar en los mecanismos
fisiol�gicos subyacentes. Este enfoque incluye la observaci�n de los patrones
de comportamiento sexual como la receptividad, la proceptividad y la
selectividad de pareja.4 Ejemplos caracter�sticos incluyen la
forma en c�mo las hembras muestran disposici�n para aparearse y c�mo eligen a
sus parejas. El condicionamiento sexual es un enfoque que ayuda en la
exploraci�n de c�mo diferentes est�mulos ambientales o sociales influyen en el
comportamiento sexual.5 Para este enfoque se utilizan
estrategias de recompensas o castigos que pueden modificar la frecuencia de
comportamientos espec�ficos. Un ejemplo de estudio es que la presencia de
machos en diferentes condiciones ambientales afecta la disposici�n de las
hembras en los comportamientos de cortejo para copular con el macho.
5.2. Enfoque comparativo
El
enfoque comparativo explora la CSF en diferentes especies para identificar
similitudes y diferencias que pueden proporcionar informaci�n sobre la
evoluci�n y la biolog�a de esos comportamientos.6 Adem�s, con este enfoque se puede
estudiar la evoluci�n del comportamiento, identificando los factores evolutivos
y biol�gicos que han influido en la aparici�n y persistencia de ciertos
comportamientos sexuales a lo largo del tiempo en distintas especies.
5.3. Enfoque hormonal
Este
enfoque investiga c�mo las hormonas influyen en la CSF, considerando tanto las
hormonas producidas por el sistema endocrino como las producidas en el cerebro
(neurohormonas).3 Incluye el estudio de las
fluctuaciones hormonales durante el ciclo menstrual (en las mujeres) o estral
(en hembras de mam�feros inferiores) y c�mo �stas afectan la CSF. Adem�s, las
hormonas se pueden administrar de manera ex�gena en animales que fueron
desprovistos de sus g�nadas y con ello poder observar sus efectos facilitadores
o inhibidores sobre la CSF. El caso m�s representativo es el efecto sin�rgico
que ejerce la administraci�n de E2 seguida h despu�s de la P.
5.4. Enfoque neuroendocrino, celular y molecular
Este
enfoque estudia los mecanismos fisiol�gicos subyacentes que regulan la CSF,
incluyendo los sistemas neuroendocrinos, en donde �reas cerebrales (HT y APO) y
las g�nadas (ovarios, test�culos) interact�an para regular dicho
comportamiento.3,7 Los mecanismos celulares y moleculares
analizan c�mo los neurotransmisores (oxitocina, dopamina, noradrenalina, GnRH,
entre otras) y los receptores hormonales en las c�lulas del cerebro influyen
modulando la CSF. Tanto las observaciones conductuales comparativas, hormonales
y moleculares proporcionan una visi�n objetiva que revela aspectos visibles del
comportamiento, as� como los procesos fisiol�gicos subyacentes.
6. Estudio de la conducta sexual femenina en las ratas
En
las ratas, el estudio de la CSF se puede dividir en dos componentes
principales: la proceptividad y la receptividad.4 Ambos comportamientos se encuentran
estrechamente influenciados por las hormonas sexuales, principalmente el E2
y la P. Por ejemplo, la proceptividad se refiere a las conductas estereotipadas
que la hembra realiza y que son dirigidas hacia un macho para atraerlo y
motivarlo para que lleve a cabo el apareamiento. Estas conductas incluyen:
brincos sobre sus cuatro patas (hopping), carreras r�pidas y cortas en
forma de zigzag (darting), las cuales son promovidas por la presencia
del macho. Adem�s, durante esta etapa, la hembra puede realizar otra conducta
que consiste en el movimiento de alta frecuencia de la cabeza, lo que provoca
la vibraci�n de las orejas (ear wiggling). As� mismo, la hembra muestra
un mayor acercamiento hacia el macho para que con ello �l pueda identificar su
estado reproductivo.
Por
otro lado, la receptividad se refiere a la disposici�n que muestra la hembra
para aceptar la monta del macho. En las ratas, el componente conductual m�s
representativo del estado receptivo que presenta la hembra es a trav�s de la
adopci�n de la postura de lordosis (CL, un arqueamiento de la columna
dorsolumbar y la elevaci�n de la pelvis; Figura 1), lo que facilita la
intromisi�n peneana en la vagina. Por lo tanto, esta postura es esencial para
el apareamiento y el �xito reproductivo.
6.1. Influencia
hormonal
Los
comportamientos proceptivos y receptivos en las ratas est�n regulados por
fluctuaciones en los niveles hormonales, particularmente del E2 y la
P.3,7,8 El E2 inicialmente
sensibiliza las �reas cerebrales involucradas en el despliegue de dichas
conductas (APO, HT, etc.) al aumentar la s�ntesis de los RP y de otras
mol�culas; adem�s, incrementa la sensibilidad al est�mulo t�ctil en la regi�n
lumbar, lo que es crucial para la aparici�n de la CL. Esta �ltima hormona
tambi�n incrementa las conductas proceptivas y facilita la secreci�n de
feromonas que atraen al macho y antes de la ovulaci�n alcanzan su m�ximo nivel,
lo que coincide con el despliegue de la CSF.
Por
otro lado, la P act�a en combinaci�n con el E2 para modular la
expresi�n de la CSF. Despu�s del pico de E2 existe un aumento en la
secreci�n de P que es la responsable de que se produzca la receptividad al
unirse sobre sus receptores intracelulares sintetizados previamente por el E2.
Despu�s
de la ovulaci�n, tanto en las ratas como en otras especies, los niveles altos
de P pueden disminuir la receptividad, as� como la proceptividad. Este fen�meno
prepara a la hembra para una posible gestaci�n, en caso de que haya ocurrido la
fecundaci�n durante el per�odo f�rtil. En esta etapa, la P cumple un papel
crucial en la preparaci�n del �tero y el mantenimiento del embarazo, por lo que
una disminuci�n en los comportamientos proceptivos y receptivos ayuda a
asegurar que las condiciones sean �ptimas para el desarrollo de los embriones
si ocurre la fertilizaci�n.
Figura 1. Conducta de lordosis. La imagen muestra a dos ratas, la que se encuentra en el panel A) sin mostrar la dorsiflexi�n de la columna vertebral, mientras que en el panel B) se muestra a una rata realizando el despliegue de la CL.0001pt
7. Comunicaci�n cruzada entre hormonas con diferentes estructuras qu�micas y diferentes mecanismos celulares
En la d�cada de los 80�s, el grupo del Dr. Beyer propuso un
modelo unitario para explicar c�mo la P y hormonas de origen no esteroidal
podr�an facilitar la CSF.9
Este modelo propone que uno de los pasos cruciales es el efecto preparador que
ejerce el E2 en la producci�n de prote�nas espec�ficas, relacionadas
con la excitabilidad neuronal. Se conoce que el E2, a menos que se
administre en grandes cantidades o dosis repetidas, no facilita la CL en ratas
ovariectomizadas, sugiriendo que la mayor�a de esas prote�nas sintetizadas por
E2 se encuentran en un estado "inactivo" debido a su
conformaci�n, composici�n qu�mica o ubicaci�n.
La inducci�n de la CL por grandes
cantidades de E2 podr�a ser el resultado de una s�ntesis
anormalmente alta de prote�nas inducidas por estr�genos, lo que genera un
n�mero "cr�tico" de prote�nas activas suficientes para iniciar la CL.
Sin embargo, en condiciones normales se requiere una hormona disparadora
adicional para activar dichas prote�nas inactivas.
La activaci�n de las prote�nas implica
procesos como cambios en la conformaci�n de la prote�na (procesos alost�ricos)
o modificaciones en su composici�n qu�mica, como la fosforilaci�n, metilaci�n,
acetilaci�n, glucosilaci�n y fosforilaci�n.10 Por lo tanto, se ha propuesto que la
fosforilaci�n de prote�nas es el principal mecanismo mediante el cual diversas
hormonas regulan eventos intracelulares en c�lulas de mam�feros. Adem�s, se ha
demostrado que dicha fosforilaci�n de prote�nas regula aspectos clave de la
neurotransmisi�n, como la conductancia i�nica, la liberaci�n de
neurotransmisores y la activaci�n de la tirosina hidroxilasa (enzima
limitante en la bios�ntesis de catecolaminas).
En dicho modelo, las prote�nas cinasas,
enzimas clave en la fosforilaci�n de prote�nas, son activadas espec�ficamente
por varios segundos mensajeros, incluyendo AMPc, GMPc, p�ptidos, calcio y
fosfol�pidos. As�, las hormonas desencadenantes estimulan directa o
indirectamente estas prote�nas cinasas, promoviendo la fosforilaci�n y la
activaci�n de las prote�nas inactivas inducidas por estr�genos.9
El AMPc es particularmente importante
como mediador para muchas hormonas y se considera crucial en la mediaci�n
propuesta de la fosforilaci�n de las prote�nas inactivas inducidas por
estr�genos. En ese sentido se ha observado que E2, GnRH, PGE2,
noradrenalina y α-hormona estimulante de los melanocitos, aumentan los
niveles de AMPc en el tejido cerebral. Cabe se�alar que, durante el proestro,
cuando los niveles de P, GnRH o PGE2 aumentan, tambi�n se produce un
incremento concomitante del AMPc en el HT.8,9
Se ha demostrado que tanto los
derivados del AMPc, como los nucle�tidos de guanosina y el forskolin, inducen
CL en ratas ovariectomizadas tratadas con benzoato de estradiol (BE).11,12
Estos efectos fueron observados cuando se administraron tanto localmente en el
hipot�lamo ventromedial (HVM) o sist�micamente. Adem�s, el tratamiento con
inhibidores de fosfodiesterasas, como la teofilina, la cafe�na y la
metil-isobutilxantina, que aumentan los niveles de AMPc al interferir con su
descomposici�n, potenciaron los efectos de dosis sub�ptimas de GnRH y P.7,8,9
Estos datos respaldan la hip�tesis de
que el paso cr�tico en la facilitaci�n de la lordosis es la fosforilaci�n de
las prote�nas inactivas inducidas por estr�geno, las cuales son mediadas por la
activaci�n de prote�nas cinasas dependientes de AMPc en las neuronas del HVM.
Adem�s, se ha propuesto que otras cinasas, como la cinasa activada por mit�geno
(MAPK) tambi�n pueden facilitar la CL (Figura 2).8
8. El receptor de la progesterona
Se
han descrito principalmente dos isoformas intracelulares del RP en el cerebro:
la RP-A y RP-B. Ambas isoformas median los efectos de la P en diferentes
procesos fisiol�gicos. La RP-B se localiza abundantemente en el �rea tegmental
ventral mientras que la expresi�n de la RP-A es relativamente baja o ausente.
Esta �rea modula los comportamientos relacionados con la recompensa, como la
adicci�n a las drogas y la b�squeda de recompensas naturales.13 Ambas isoformas del RP tambi�n se
expresan en el n�cleo anteroventral periventricular, el cual est� involucrado
en la regulaci�n de la fisiolog�a reproductiva como la secreci�n de GnRH
durante el ciclo estral y menstrual en mujeres. Por otra parte, en el �rea
pre�ptica media (APOm) se ha demostrado que los niveles de RPs var�an a lo
largo de las diferentes etapas del ciclo reproductivo.14 De igual manera, la expresi�n de ambas
isoformas del RP se han encontrado en el n�cleo arqueado, el cual est� asociada
con la regulaci�n de las funciones reproductivas.7,15
Sin embargo, la expresi�n m�s abundante tanto de la RP-A como de la RP-B es en
el HVM, el cual est� involucrado en la regulaci�n del equilibrio energ�tico, la
alimentaci�n, el comportamiento sexual y la agresi�n.16,17
Por �ltimo, cabe mencionar que la
expresi�n de la RP-A y la RP-B puede variar en cada regi�n cerebral dependiendo
del sexo, el estado hormonal y la etapa de desarrollo, ya que estas isoformas
del RP pueden estar involucrados en funciones espec�ficas relacionadas con
alguna regi�n cerebral particular e interactuar con otras v�as de se�alizaci�n
y sistemas de neurotransmisores para mediar sus efectos.
Figura 2. V�as de se�alizaci�n intracelular involucradas en la
activaci�n de la conducta de lordosis. La imagen ejemplifica las v�as de
se�alizaci�n intracelular activadas por compuestos con diferentes estructuras
qu�micas. A la izquierda se representan compuestos de origen no esteroideo que
activan los mecanismos intracelulares a trav�s de receptores metabotr�picos
anclados a la membrana celular, mientras que a la derecha se ilustran los
compuestos esteroides, cuyos efectos se producen al unirse a sus receptores intracelulares,
ya que atraviesan la membrana celular por difusi�n pasiva debido a su
naturaleza lipof�lica. Como se observa en la figura, los receptores
metabotr�picos pueden activar cascadas de se�alizaci�n a trav�s de la
activaci�n de prote�nas G intracelulares. Es interesante se�alar que las v�as
de se�alizaci�n pueden entrecruzarse o complementarse, pero finalmente
convergen para activar la conducta de lordosis. Esta caracter�stica asegura que
los eventos fisiol�gicos, como la conducta de lordosis, ocurran incluso si
alguna v�a es inhibida.
9. Participaci�n de la v�a MAPK/proteosoma 26S en la inhibici�n secuencial
El
proteosoma es un complejo proteico en forma de barril que se encuentra en todas
las c�lulas eucariotas, arqueas y algunas bacterias. Su funci�n principal es la
degradaci�n de prote�nas da�adas o innecesarias, mediante un proceso llamado
prote�lisis. Este proceso es crucial para mantener la homeostasis de prote�nas
dentro de la c�lula, elimin�ndolas cuando ya no son funcionales o que podr�an
ser perjudiciales. El proteosoma tambi�n juega un papel importante en la
regulaci�n de diversos procesos celulares, como la divisi�n celular, la
respuesta al estr�s y la expresi�n g�nica.18
Este organelo se encuentra compuesto
por una estructura cil�ndrica, conocida como la part�cula 20S, que contiene
m�ltiples sitios catal�ticos; adem�s, incluye dos unidades reguladoras, la 19S
y la 11S, unidas a ambos lados de la part�cula 20S. La subunidad 19S es la m�s
abundante de las dos y juega un papel crucial en la degradaci�n de prote�nas.
Las prote�nas destinadas a la degradaci�n deben ser modificadas primero con
m�ltiples mol�culas de ubiquitina, formando una cadena de poliubiquitina
reconocida por la unidad reguladora 19S. Una vez unida a la subunidad 19S, la
prote�na ubiquitinada es translocada a la c�mara catal�tica 20S para su degradaci�n.
La eliminaci�n de la cadena de poliubiquitina es esencial en la degradaci�n de
prote�nas.18
Como ya fue mencionado, el RP desempe�a
un papel fundamental en la fisiolog�a reproductiva; sin embargo, al igual que
toda prote�na, es degradado. La degradaci�n del RP, una vez que ha cumplido su
funci�n, ocurre cuando se produce su fosforilaci�n en la serina-294 y su
ubiquitinaci�n, permitiendo que sea reconocido por el proteosoma y en
consecuencia lo conduce a la degradaci�n.
Para
investigar la participaci�n de la v�a prote�na cinasa activada por mit�geno
(MAPK, del ingl�s mitogen activated protein kinase) y el sistema
proteosoma 26S en la regulaci�n del comportamiento sexual inducido por P en
hembras, en nuestro laboratorio utilizamos el modelo de la inhibici�n
secuencial (IS) de la CSF en la rata. Este modelo se puede inducir en ratas
ovariectomizadas y tratada con BE, en donde la administraci�n inicial de P (40
horas (h) despu�s) facilita la expresi�n de la CSF (lordosis y proceptividad);
sin embargo, si a esas ratas se les administra una segunda dosis de P, de 24-36
h despu�s, ya no se presenta la CL sino la IS. Este per�odo refractario se ha
correlacionado con la reducci�n en los niveles de RPs en el HT y el APOm.19 As�, utilizamos ratas
ovariectomizadas, pretratadas con BE, mismas que recibieron una infusi�n
directamente en el ventr�culo lateral del cerebro, del inhibidor de la MAPK, el
PD98059, 30 min antes de la administraci�n sist�mica de P. Se evalu� la lordosis
4 h m�s tarde y 24 h despu�s de una segunda inyecci�n de P.20 Los resultados mostraron que el
inhibidor de la MAPK, administrado antes de la primera inyecci�n de P, inhibi�
la facilitaci�n de la CSF al ser evaluada 4 h despu�s; sin embargo, la segunda
dosis de P no indujo IS; es decir, promovi� la expresi�n de la CL, contrario a
lo que se esperar�a. Adicionalmente, para investigar la participaci�n del
proteosoma 26S en la regulaci�n de la CL, hembras ovariectomizadas fueron
inyectadas con P sola o con P m�s los inhibidores del proteosoma 26S, el PSI
(del ingl�s proteasome inhibitor) o el TLCK (del ingl�s trypsin-like
serine proteases). Interesantemente, durante la prueba de IS en las ratas
que recibieron P sola, la lordosis y proceptividad permanecieron inhibidas, tal
y como se esperaba.20
Interesante fue el resultado en donde las hembras que recibieron cualquier
inhibidor del proteosoma 26S simult�neamente con la primera inyecci�n de P, no
mostraron IS despu�s de la segunda dosis de P. Adem�s, el an�lisis con western
blot revel� que la primera inyecci�n de P redujo el contenido de RP en el HT y
la administraci�n de inhibidores del proteosoma evit� la degradaci�n de los RP
tanto en el APOm como en el HT. Estos resultados sugieren que el sistema del
proteosoma 26S regula la CL al modular el contenido de RP en el HT y el APOm;
adem�s, proporcionan evidencia de que la fosforilaci�n del RP, dependiente de
MAPK, activa los RP para la expresi�n de la CSF en ratas ovariectomizadas
tratadas con E2. Sin embargo, es importante se�alar que los RPs, al
ser fosforilados por la MAPK, se convierten en sustratos para la ubiquitinaci�n,
es decir, el proceso los marca para ser degradados por el sistema del proteosoma 26S.21,22
Se puede concluir que la fosforilaci�n
del RP dependiente de MAPK y la degradaci�n por el sistema del proteosoma 26S
abre un �rea de investigaci�n para estudios terap�uticos, como el c�ncer
inducido por hormonas esteroides.
10. V�as de se�alizaci�n de la Src tirosina cinasa y la MAPK
La
tirosina cinasa Src es una prote�na presente en todas las c�lulas
eucariotas y se considera un componente clave en la integraci�n de la
se�alizaci�n de esteroides y los factores de crecimiento intracelulares. La
enzima responde a est�mulos externos como factores de crecimiento, citocinas,
mol�culas de adhesi�n y ant�genos.23
La cinasa Src est� constituida por los
dominios SH3, SH2 y el dominio de cinasa (SH1) y un dominio SH4 ubicado en el
extremo N-terminal, el cual fija a la enzima en la membrana celular. Una
caracter�stica estructural de la cinasa Src es que presenta una cola C-terminal
corta, en la que se localiza la tirosina 527, que al estar fosforilada sirve
como pseudo-sustrato para el dominio SH2. La desfosforilaci�n de esta tirosina,
por una tirosina fosfatasa, resulta en la activaci�n de la cinasa a
trav�s de la p�rdida de interacciones intramoleculares de los dominios SH2 y
SH3.24 Adem�s, la fosforilaci�n de la
tirosina 416 es necesaria para la activaci�n del dominio de cinasa de la Src,
lo que conduce a la activaci�n de la cascada MAPK, una v�a de se�alizaci�n
crucial que se produce desde las levaduras hasta los humanos, desempe�ando un
papel en la mayor�a de los procesos celulares, incluyendo la diferenciaci�n,
proliferaci�n, crecimiento y supervivencia celular.
La activaci�n de la MAPK ocurre
mediante la fosforilaci�n de diferentes secuencias de MAPK: prote�na cinasa
cinasa cinasa activada por mit�geno (MAPKKK), prote�na cinasa cinasa activada
por mit�geno (MAPKK) y MAPK, siendo esta �ltima la que finalmente fosforila
diferentes prote�nas. A trav�s de mecanismos activos de exportaci�n e
importaci�n, los RE y RP pueden viajar desde el n�cleo al citoplasma celular.
En sistemas in vitro, como cultivos celulares, se ha demostrado que el
RP interact�a con el dominio SH3, mientras que el RE interact�a con el dominio
SH2 de la prote�na cinasa Src, activando la v�a de se�alizaci�n Src/Ras/Raf/MAPK.25,26
Migliaccio y cols.,26 fueron los primeros en demostrar que
la activaci�n de la MAPK por E2 ocurre a trav�s de la modulaci�n
dependiente de Src, ya que el tratamiento con dos antiestr�genos (OH-Tamoxifen
e ICI 182,780) bloque� dicha activaci�n. Experimentos para estudiar la
interacci�n prote�na-prote�na, utilizando prote�nas end�genas y ex�genas en un
sistema libre de c�lulas, mostraron la interacci�n de Src-RP con RE,
concluyendo que el RE es necesario para la interacci�n RP-Src y la posterior
activaci�n de la MAPK. Adem�s, Boonyaratanakornkit y
cols.,25 mostraron que el RP es una prote�na de
anclaje para RE y Src. Por ejemplo, el RP establece interacciones con la Src a
trav�s de su dominio rico en prolina, en el N-terminal del receptor con el
sitio SH3 de Src, y con el RE (en la fosfotirosina 537) en el dominio de
interacci�n (ERID) ubicado en el dominio de uni�n al ligando del receptor.
Basado en esos hallazgos, nuestro
laboratorio propuso que el complejo Src/RP/MAPK es crucial en la regulaci�n de
la CL. As�, la administraci�n intraventricular de PP2, un inhibidor espec�fico
de la cinasa Src, redujo la CL inducida por esteroides (E2, P,
5α-DHP, 5α,3α-Pgl, 5β-DHP y 5β,3β-Pgl), p�ptidos
(leptina, GnRH), PGE2 y por la estimulaci�n vaginocervical en ratas pretratadas
con BE.27-30 Por lo tanto, esos agentes al actuar a
trav�s de mecanismos directos e indirectos, estimulan los receptores de
membrana acoplados a prote�nas G (GPCR, del ingl�s G protein coupled
receptor) ubicados en la membrana activando a la Src. La se�alizaci�n de
Src a trav�s del sistema MAPK ocurre en un contexto de complejo multiprote�nico
con ambos RE y RP actuando como engranajes para activar una variedad de
efectores enzim�ticos. En apoyo de esta hip�tesis, la infusi�n tanto de PP2
como de PD98059, en el HVM, bloque� la facilitaci�n de la lordosis inducida por
el tratamiento con E2 en ratas pretratadas con BE.27-30
11. Adipocinas
Las
adipocinas son p�ptidos peque�os que se encuentran en diversos organismos y
tienen funciones biol�gicas importantes. No existe una sola estructura de las
adipocinas, ya que el t�rmino se refiere a una clase de p�ptidos m�s que a una
mol�cula espec�fica principalmente sintetizada en el tejido adiposo. Los
receptores de las adipocinas pueden variar seg�n el tipo espec�fico de
adipocina, generalmente son GPCR10.
Las adipocinas pueden participar en
procesos como la regulaci�n del sistema cardiovascular, el metabolismo y la
inflamaci�n; en el SNC, las adipocinas pueden estar involucradas en la
modulaci�n de la neurotransmisi�n, la neuroprotecci�n y la regulaci�n del
apetito. Algunas de las adipocinas m�s estudiadas son la leptina y la apelina.
11.1. Leptina
La
leptina es una hormona proteica de 16 kDa, compuesta por 167 amino�cidos,
producida principalmente por los adipocitos. El receptor de la leptina es el
receptor Ob-R, que pertenece a la familia de receptores de citocinas. Existen
varias isoformas del receptor de leptina (Ob-Ra, Ob-Rb, etc.), siendo la
isoforma Ob-Rb la m�s funcional en t�rminos de se�alizaci�n intracelular.31 La leptina juega un papel crucial en
la regulaci�n del balance energ�tico al inhibir el hambre, lo cual disminuye la
ingesta de alimentos y aumenta el gasto energ�tico. Tambi�n est� involucrada en
la regulaci�n del metabolismo de la glucosa y los l�pidos, la funci�n
reproductiva y el sistema inmunol�gico.32
En el SNC, la leptina act�a
principalmente en los n�cleos hipotal�micos para regular el apetito y el gasto
energ�tico. Esta hormona se une a sus receptores en el HT, lo que desencadena
una cascada de se�alizaci�n que inhibe las neuronas orexig�nicas (que estimulan
el apetito) y activa las neuronas anorexig�nicas (que suprimen el apetito).
11.1.1. Mecanismos intracelulares activados por leptina
La
leptina, al unirse a su receptor Ob-Rb, provoca la activaci�n de se�ales
intracelulares como: a) la v�a de la JAK2/STAT3 comenzando por la
autofosforilaci�n de la tirosina cinasa Janus 2 (JAK2), la cual
fosforila y activa los factores de transcripci�n STAT3 (transductor de se�ales
y activador de la transcripci�n), los cuales al ser fosforilados se dimerizan y
translocan al n�cleo para regular la expresi�n g�nica. b) induce la
fosforilaci�n de la fosfatidilinositol 3-cinasa (PI3K) que
posteriormente conduce a la activaci�n de la prote�na cinasa B. Esta v�a
es importante para la regulaci�n del metabolismo de la glucosa y la
supervivencia celular. c) la activaci�n de la JAK2 estimula la v�a de la MAPK,
espec�ficamente ERK1/2, lo que influye en la proliferaci�n y diferenciaci�n
celular.32
11.1.2. Efectos de la leptina sobre la expresi�n de la conducta
de lordosis
La
leptina ha sido estudiada abundantemente como reguladora de la saciedad; sin
embargo, tambi�n se conoce que regula la expresi�n de CSF en roedores de una
manera que parece depender del estado metab�lico o nutricional del animal.28,33,34
As�, la leptina facilita la CSF en h�mster hembras alimentadas ad libitum;
sin embargo, cuando los animales son privados de alimento, la leptina inhibe la
lordosis.34 Por el contrario, en ratas Zucker
gen�ticamente obesas tratadas con E2 y P, la leptina administrada
intracerebralmente no aument� la lordosis e inhibi� la proceptividad.33 Estos estudios sugieren que esta
hormona pueden tener efectos facilitadores o inhibidores sobre la CSF de los
roedores, dependiendo de su estado metab�lico o nutricional.
Existen pocos estudios sobre los
efectos moduladores de la leptina sobre la expresi�n de la CL en ratas
alimentadas ad libitum. Experimentos realizados en nuestro laboratorio
mostraron que las dosis de 1 y 3 �g indujeron CL de manera significativa a los
60 min despu�s de la inyecci�n, observ�ndose una respuesta m�xima a los 120
min, pero sin inducir alg�n comportamiento proceptivo con ninguna de las dosis
utilizadas en ninguno de los tiempos probados.35 La observaci�n de que la leptina puede
facilitar la CL mientras inhibe el comportamiento proceptivo indica que esta
hormona puede disociar directa o indirectamente los mecanismos neurales
subyacentes a la CSF en la rata hembra.
11.2. Apelina-13
La
apelina-13 es un p�ptido de 77 amino�cidos, derivado de un precursor m�s grande
llamado preproapelina. Las formas activas m�s comunes de la apelina son a)
apelina-36, b) apelina-17 y apelina-13, dependiendo del procesamiento
proteol�tico que sufra su precursor. El receptor de la apelina-13 es el
receptor APJ, un GPCR. Esta hormona tiene m�ltiples funciones en el sistema
cardiovascular, incluyendo la regulaci�n de la presi�n arterial y el volumen
sangu�neo. Tambi�n juega un papel en la homeostasis de l�quidos y en la funci�n
del miocardio. En el SNC, la apelina-13 est� implicada en la regulaci�n del
balance energ�tico, el comportamiento de la ingesta de alimentos y la
neuroprotecci�n. Adem�s, se conoce que tanto la apelina-13 como su receptor APJ
est�n distribuidos en varias regiones del cerebro, incluyendo el HT, donde
contribuye a la regulaci�n del apetito.36
11.2.1. Mecanismos intracelulares activados por apelina-13
La
apelina-13 ejerce efectos tanto vasodilatadores como vasoconstrictores
dependiendo del contexto fisiol�gico y patol�gico. En general, en un endotelio
sano los efectos vasodilatadores de la apelina suelen predominar. En este
sentido, estimula la vasodilataci�n del m�sculo liso a trav�s de la producci�n
de �xido n�trico en las c�lulas endoteliales. Intracelularmente, activa a la
Akt y PKC en las c�lulas endoteliales, favoreciendo la relajaci�n del m�sculo
liso y la dilataci�n de los vasos sangu�neos. Adem�s, disminuye la
concentraci�n de calcio intracelular en las c�lulas del m�sculo liso vascular,
lo que lleva a la relajaci�n muscular y, por ende, a la vasodilataci�n.36
Durante la vasoconstricci�n, la
apelina-13 puede activar a la fosfolipasa C, que conduce a la producci�n
de trifosfato de inositol (IP3) y diacilglicerol (DAG). El IP3 incrementa la
liberaci�n de calcio de los reservorios intracelulares, promoviendo la
contracci�n del m�sculo liso y la vasoconstricci�n.36 Adem�s, al activar a la PKC regula la
contracci�n del m�sculo liso vascular y puede inducir vasoconstricci�n. En
ciertas condiciones, la apelina-13 puede aumentar la concentraci�n de calcio
intracelular en las c�lulas del m�sculo liso vascular, favoreciendo la
contracci�n.
La apelina-13 tambi�n puede facilitar
la CL modulando la actividad del eje hipot�lamo-hip�fisis-gonadal. En ratas OVX
tratas con BE, la administraci�n de apelina-13 facilita la CL de manera
dual�stica ya que una dosis intermedia de 0.75 �g fue la que indujo la mayor
respuesta conductual (similar a la ejercida por la P), mientras que la dosis de
1.5 �g indujo CL marginal.37
Adem�s, la CL inducida por apelina-13 est� relacionada con la v�a de �xido
n�trico, ya que la administraci�n de varios inhibidores de esta v�a bloquearon
la CL inducida por este p�ptido.38
12. Papel de los astrocitos en la regulaci�n de la lordosis
Estudios
recientes han mostrado que los astrocitos contribuyen a la regulaci�n de la CL.
Los astrocitos son c�lulas gliales que forman parte del SNC, las cuales pueden
modular la actividad de las neuronas liberadoras de GnRH ya que responden a los
niveles de hormonas esteroides como E2 y P, liberando a los
neurotransmisores, glutamato y GABA, y neuromoduladores que alteran la
actividad de las neuronas liberadoras de GnRH.39
Los
esteroides regulan la expresi�n g�nica en los astrocitos, influenciando sus
respuestas fisiol�gicas y patol�gicas.40
Adem�s, liberan factores de crecimiento y citocinas que afectan la funci�n, la
supervivencia neuronal41
y modulan la s�ntesis de otros esteroides, como la producci�n de P en respuesta
a E2.42
Micevych y Sinchak43 propusieron que el E2
induce la s�ntesis de P en astrocitos hipotal�micos, estimulando la secreci�n
de GnRH y regulando la CL. Durante el proestro, el E2 activa
mERα en astrocitos hipotal�micos, iniciando una cascada que resulta en la
producci�n de neuro P, activando la se�alizaci�n PR-Src en neuronas productoras
de kisspeptinas (Kiss). Neuro P y E2 inducen la liberaci�n de Kiss,
que se une a su receptor Kiss1 en neuronas liberadoras de GnRH, estimulando la
liberaci�n de GnRH y el aumento de LH.44
Los astrocitos, a trav�s de los efectos
de la oxitocina sintetizan y provocan la liberaci�n de la PGE2, que
act�a sobre sus receptores localizados en neuronas liberadoras de GnRH para
aumentar la liberaci�n de GnRH.44
Por otro lado, los astrocitos interact�an con tanicitos para modular la
actividad de las neuronas de GnRH.44
Adem�s, los tanicitos regulan el transporte de
mol�culas entre el l�quido cefalorraqu�deo y el HT. Las neuronas de GnRH, antes
de que se produzca la ovulaci�n, se encuentran englobadas por los tanicitos,
mientras que durante el proestro las neuronas de GnRH comienzan a remodelar a
los tanicitos, abriendo paso para llegar hasta los capilares del sistema porta
hipofisiario, provocando la liberaci�n de GnRH para que al llegar a la
adenohipofisis libere tanto FSH como LH, hormonas responsables de llevar a cabo
el desarrollo de la foliculog�nesis y la ovulaci�n, respectivamente.
Experimentos recientes mostraron que la
inducci�n de la CL por oxitocina implica la v�a oxitocina/PGE2/GnRH
en astrocitos hipotal�micos.45
Antagonistas del receptor de oxitocina (atosiban), inhibidores de COX2
(aspirina) y de receptores EP4 (ONO), as� como el inhibidor de
GnRH-1 (antide) redujeron significativamente la CL inducida por oxitocina.45
Por otro lado, se sabe que el E2
potenc�a la se�alizaci�n de TGFα/erbB1/PGE2 en
c�lulas GnRH a trav�s de se�ales gliales.46
Por ejemplo, los astrocitos responden a las progestinas, aumentando la
expresi�n y liberaci�n de TGFβ1.47
Mientras que los tanicitos expresan RE y regulan la expresi�n de eNOS y COX,
influyendo en la interacci�n entre c�lulas no neuronales.48 El hecho de que el E2
ejerza efectos r�pidos sobre la actividad de las neuronas GnRH en primates
sugiere que el E2, sintetizado localmente en los astrocitos
hipotal�micos, influye en la liberaci�n de GnRH.49 Adem�s, se sabe que las progestinas y
los metabolitos reducidos del anillo A, como 5α-DHP y 5α,3α-Pgl,
modulan la expresi�n g�nica en astrocitos tipo 1 y estimulan la secreci�n de
GnRH.50
13. Conclusi�n
La
presente revisi�n muestra que en los �ltimos a�os hemos pasado de un modelo
molecular simple, para explicar la fisiolog�a del comportamiento del estro
modulado por las hormonas esteroides, a un esquema complejo con un gran n�mero
de protagonistas que son la base molecular de este comportamiento, en lo que es
dif�cil determinar su papel preciso en el proceso. Sin embargo, est�n
emergiendo claros resultados para poder explicar el aparente caos. As�, el
comportamiento de estro no depende de la acci�n de una �nica se�al
intracelular, sino m�s bien de la coordinaci�n de m�ltiples se�ales, tanto
intra como extracelulares, que inciden en un sustrato neural complejo. Estas
m�ltiples se�ales operan a trav�s de una variedad de v�as moleculares en un
gran n�mero de mol�culas activando al RP que pudiera ser el mediador molecular
com�n, pero tambi�n en moduladores intracelulares como las prote�nas cinasas y
la subsecuente fosforilaci�n de prote�nas.
14. Conflicto de inter�s
Los
autores declaran no tener ning�n conflicto de inter�s.
15. Agradecimientos
Agradecemos
el apoyo de CONAHCYT, CF-2023-G-289, para la realizaci�n de esta revisi�n.
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