Artículo de revisión
Potencial terapéutico de la granada (Punica granatum) en la
epilepsia
Therapeutic potential of pomegranate (Punica granatum) in
epilepsy
Verónica Jáuregui-Sánchez1,
Alejandro Josué Bueno-Jacobo1, Mónica Elisa Ureña-Guerrero1,
Alma Karen Lomeli-Lepe2 y
José Luis Castañeda-Cabral1*.
1Laboratorio de Biología de la Neurotransmisión. 2Laboratorio
de Neuroquímica, Departamento de Biología Celular y Molecular, Centro
Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA), Universidad de
Guadalajara.
Este artículo está disponible en: https://eneurobiologia.uv.mx/index.php/eneurobiologia/article/view/2637
* Correspondencia: José
Luis Castañeda-Cabral, PhD. Laboratorio de Biología de la Neurotransmisión,
Departamento de Biología Celular y Molecular, Centro Universitario de Ciencias
Biológicas y Agropecuarias (CUCBA). Cam. Ramón Padilla Sánchez 2100, Las Agujas,
45221, Zapopan, Jalisco, México. Correo electrónico: jluis.castaneda@academicos.udg.mx
DOI: https://doi.org/10.25009/eb.v16i40.2637
Recibido: 08
noviembre, 2024 | Aceptado: 16 diciembre, 2024
Resumen
La epilepsia, que afecta a aproximadamente 65 millones de
personas en todo el mundo, representa un desafío significativo en la salud
pública, particularmente porque cerca del 30% de los casos son resistentes al
tratamiento farmacológico convencional. En este contexto, la búsqueda de nuevas
estrategias terapéuticas cobra una relevancia crucial. Entre las principales
características de la epilepsia, la hiperexcitabilidad neuronal asociada a las
crisis epilépticas genera un aumento significativo en la producción de
radicales libres y promueve procesos inflamatorios. Estos factores, en
conjunto, subrayan la importancia de desarrollar enfoques terapéuticos que
controlen tanto el estrés oxidativo como la inflamación. En este escenario, los
agentes antioxidantes y antiinflamatorios destacan por su capacidad para
potenciar los efectos neuroprotectores de los tratamientos anticrisis. La
granada (Punica granatum) surge como una alternativa innovadora y
prometedora, gracias a su composición rica en polifenoles, que le confiere
potentes propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. Estos compuestos no
solo neutralizan radicales libres, sino que también actúan restaurando el
equilibrio de neurotransmisores clave para la funcionalidad del sistema
nervioso central (SNC). Además, su acción antiinflamatoria amplifica su
potencial terapéutico. Por tanto, las propiedades únicas de la granada abren
nuevas perspectivas en el tratamiento de la epilepsia, destacándola como una
opción terapéutica de gran interés, particularmente para pacientes con
resistencia a tratamientos convencionales.
Palabras clave: epilepsia; Punica granatum;
granada; polifenoles; ácido punicico; punicalagina.
Abstract
Epilepsy, affecting approximately 65
million people worldwide, represents a significant public health challenge,
particularly because nearly 30% of cases are resistant to conventional
pharmacological treatment. In this context, the search for new therapeutic
strategies becomes crucial. Among the main features of epilepsy, neuronal
hyperexcitability associated with seizures leads to a significant increase in
the production of free radicals and promotes inflammatory processes. These
factors collectively highlight the importance of developing therapeutic
approaches that address both oxidative stress and inflammation. In this
scenario, antioxidant and anti-inflammatory agents stand out for their ability
to enhance the neuroprotective effects of anticonvulsant treatments.
Pomegranate (Punica granatum) emerges as an innovative and promising
alternative, due to its polyphenol-rich composition, which endows it with
potent antioxidant and anti-inflammatory properties. These compounds not only
neutralize free radicals but also help restore the balance of key
neurotransmitters essential for central nervous system (CNS) functionality.
Moreover, its anti-inflammatory action further amplifies its therapeutic
potential. Therefore, the unique properties of pomegranate open new
perspectives in epilepsy treatment, positioning it as a highly interesting
therapeutic option, particularly for patients resistant to conventional
treatments.
Keywords: epilepsy, Punica granatum;
pomegranate; polyphenols; punicic acid; punicalagin.
1. Introducción
La epilepsia es la cuarta
enfermedad neurológica más común a nivel mundial, afectando a alrededor de 65
millones de personas (0.8% de la población global), sin excepción de edad,
sexo, etnia, nivel socioeconómico y ubicación geográfica.1-3 Aunque puede desarrollarse en cualquier etapa
de la vida, la incidencia de la epilepsia es mayor en la infancia y la vejez.1,4
La prevalencia es mayor en los países de bajos recursos, debido primordialmente
a las deficiencias en la atención médica, el acceso limitado a fármacos
anticrisis (FAC), los diagnósticos erróneos, las lesiones cerebrales no
tratadas y las infecciones parasitarias.4
Además, las personas con epilepsia pueden desarrollar otros trastornos físicos
y psiquiátricos, ver reducida su calidad de vida, tener menores niveles de
empleabilidad y productividad, hacer un mayor uso de los servicios de atención
médica, así como enfrentar un riesgo incrementado de accidentes y muerte.5
La epilepsia no tiene
cura, sólo puede ser controlada, por lo general con FAC, anteriormente
conocidos como fármacos antiepilépticos o anticonvulsivos, términos que están
cayendo en desuso. El control de las crisis epilépticas es primordial para
disminuir el daño neurológico y reducir la probabilidad de que se vuelvan más
severas, agravando la evolución de la enfermedad. En este sentido, aunque las
crisis epilépticas remiten en cerca del 63% de los pacientes, el resto puede
desarrollar resistencia al tratamiento farmacológico, lo que requiere
intervenciones quirúrgicas mayores, como la resección del área cerebral
considerada como foco epiléptico (origen de las crisis) o la desconexión
interhemisférica, entre otros procedimientos.6
Dicho lo anterior, resulta de gran interés el desarrollo de nuevos tratamientos
farmacológicos anticrisis o coadyuvantes en el manejo de la enfermedad, con el
objetivo de que disminuyan los riesgos de complicaciones y aumenten tanto la
sobrevida como la calidad de vida de los pacientes.
El cerebro es
particularmente susceptible al estrés oxidativo y la hiperexcitabilidad
neuronal asociada a las crisis conduce a la producción excesiva de radicales
libres y a la muerte neuronal. Por lo cual, controlar estos procesos resulta
crítico en el tratamiento de la epilepsia.7
En este sentido, se ha reportado que los agentes antioxidantes pueden ejercer
efectos neuroprotectores positivos cuando se asocian con los tratamientos
anticrisis.7-9
La granada (Punica
granatum) emerge como una opción terapéutica prometedora en la epilepsia,
debido a que se han descrito propiedades neuroprotectoras, antiinflamatorias y
antioxidantes para varios de los extractos o metabolitos secundarios, en
diferentes modelos experimentales de epilepsia y otras enfermedades
neurológicas. Sin embargo, estos estudios se encuentran dispersos y se han
discutido de forma aislada.
En esta revisión, se
recopilan los principales hallazgos sobre el potencial terapéutico de la
granada en el tratamiento de la epilepsia. Se abordarán los mecanismos
fisiopatológicos de la epilepsia, los componentes fitoquímicos de los extractos
de granada y los posibles mecanismos de acción de sus efectos terapéuticos.
Además, se compararán estos efectos con los de algunos FAC, con el propósito de
determinar la viabilidad de utilizar los extractos de granada como coadyuvantes
en el tratamiento convencional de la epilepsia.
2.
Fisiopatología
y semiología de la epilepsia
La crisis epiléptica se origina a partir de
una actividad eléctrica anormal en el cerebro, en la cual un grupo de neuronas
de una región específica experimenta una despolarización excesiva y
sincronizada de forma más o menos sostenida. Esta actividad anómala se propaga
a través de las redes neuronales, hasta resultar en una manifestación evidente,
como podrían ser las convulsiones.10
Las neuronas que intervienen en las crisis epilépticas suelen presentar
propiedades eléctricas modificadas, asociadas con alteraciones estructurales
membranales, que se relacionan primordialmente con cambios en la densidad,
distribución o composición de proteínas transportadoras de iones. Estas
modificaciones pueden cambiar el potencial de equilibrio de los iones
implicados en el establecimiento del potencial de reposo, y del potencial de
acción neuronales, afectando el umbral de excitación, la velocidad de
propagación de los impulsos eléctricos a nivel axonal y la repolarización
neuronal. En consecuencia, la información que se transmite entre las neuronas
se ve alterada, tanto a nivel neuroquímico como electrofisiológico, lo que
conduce a los signos y síntomas característicos de las crisis epilépticas.11 De manera general, una crisis epiléptica
puede originarse a partir del desequilibrio entre los potenciales
postsinápticos excitadores e inhibidores, en favor de la excitación.10 Durante las crisis epilépticas, se generan
condiciones de estrés oxidativo, hiperexcitabilidad e inflamación que
contribuyen tanto al daño celular neuronal como a exacerbar las crisis
epilépticas. Al controlar el daño celular, los antioxidantes ofrecen un enfoque
terapéutico que puede mitigar la frecuencia y severidad de las crisis
epilépticas, favorecer el tratamiento anticrisis tradicional y mejorar el
pronóstico de los pacientes con epilepsia.12,13
La semiología de la
epilepsia es diversa y compleja, por lo que su definición aún es debatida en la
comunidad científica. En general, se caracteriza por la propensión a generar
crisis electrográficas convulsivas o no convulsivas, que se presentan de forma
espontánea (sin un daño aparente) y repetitiva a consecuencia de una
hiperexcitabilidad anormal en el cerebro.1,2 La epilepsia se clasifica en cuatro tipos
principales: focal, generalizada, combinada generalizada/focal y de origen
desconocido. Se estructura en tres niveles clínicos: crisis epilépticas,
epilepsias y síndromes epilépticos, con un enfoque en la etiología y las
comorbilidades en cada nivel. Esta clasificación facilita el diagnóstico y
manejo clínico al agrupar las crisis en entidades similares. La definición de
epilepsia, basada en criterios clínicos y epidemiológicos, hace referencia a la
generación de dos o más crisis reflejas o espontáneas con más de 24 horas de
diferencia entre ellas. La presentación de una crisis refleja o espontánea, aumenta
hasta en un 60% la probabilidad de sufrir más crisis en los próximos 10 años.14 Por otro lado, las convulsiones son un tipo
específico de manifestación clínica de una crisis epiléptica que involucra
contracciones musculares involuntarias y descoordinadas. Las crisis pueden
manifestarse como: episodios breves de desatención (crisis de ausencia),
movimientos espasmódicos involuntarios (crisis clónicas) o convulsiones severas
y prolongadas, con aumento o pérdida del tono muscular (crisis tónicas o crisis
atónicas, respectivamente) o con pérdida de la postura y/o conciencia
(convulsiones tónico-clónicas), entre otras, cada una con sus respectivos
subtipos.15 En este sentido, aunque la epilepsia puede
manifestarse con crisis convulsivas, no todas las convulsiones son epilepsia
(convulsiones febriles, inducidas por fármacos o traumatismos, etc.), ni todos
los tipos de epilepsia presentan la misma clase de crisis convulsivas.
3. La
granada como posible estrategia terapéutica en la epilepsia
En los últimos años, se
han investigado y desarrollado nuevas terapias con propiedades antioxidantes
que podrían ser de gran utilidad en el tratamiento de la epilepsia. Estas
sustancias activas tienen como objetivo reducir el estrés oxidativo y el daño neuronal,
condiciones que como ya se ha mencionado se asocian tanto a la generación como
a la exacerbación de las crisis epilépticas. La granada es un fruto con gran
potencial terapéutico debido al alto contenido de metabolitos secundarios, como
los polifenoles, con fuertes propiedades antioxidantes que podrían mejorar el
tratamiento de la epilepsia. Al reducir el daño oxidativo, también se
restablece la función mitocondrial y se protege al cerebro de la
hiperexcitabilidad y el deterioro neuronal asociados con la epilepsia. Aunque
se requieren más estudios, la granada se perfila como una alternativa
complementaria viable y prometedora para favorecer el control de las crisis
epilépticas, al disminuir la frecuencia, duración o severidad de estas.
3.1 Compuestos bioactivos
de la granada
La granada es un fruto con cáscara
leñosa, del tipo de una baya globosa, multilobular con numerosas semillas de
pulpa jugosa y rojiza; con una composición rica en moléculas antioxidantes
(vitaminas C y E, polifenoles, antocianinas y elagitaninos, entre otros). Las
cáscaras de la granada, que constituyen aproximadamente el 43% de la fruta,
poseen propiedades antiinflamatorias, anticancerígenas y antioxidantes, y se
han utilizado tradicionalmente para tratar afecciones como úlceras y diarrea.
Se han identificado más de 48 compuestos químicos en las cáscaras, incluyendo
alcaloides, antocianinas, taninos, flavonoides, fenoles y esteroides, que
contribuyen a sus propiedades medicinales. El jugo de granada, extraído de los
arilos y las cáscaras de la fruta, es rico en vitamina C y compuestos fenólicos
como punicalagina y punicalina. También contiene minerales esenciales como
sodio (3 mg/100 g) que desempeña un papel clave en la homeostasis celular;
potasio (236 mg/100 g) que contribuye al equilibrio de líquidos en el
organismo; calcio (10 mg/100 g), el cual es fundamental para la salud de los
huesos y los dientes; y zinc (12 mg/100 g), importante para el metabolismo
celular.16 La corteza y las raíces de la planta han mostrado
propiedades antihelmínticas y antiparasitarias, mientras que diferentes
extractos de granada han demostrado efectos de mejora cognitiva, especialmente
en la memoria y el aprendizaje. Las semillas de granada son la parte más
investigada de la planta debido a sus propiedades antimicrobianas,
anticancerígenas y antioxidantes, las cuales están enriquecidas con
fitocompuestos como antocianinas y flavonoides17 que se
concentran en su pulpa. Otros compuestos notables incluyen proantocianidinas,
esteroides, terpenos y lignanos, cada uno de los cuales contribuye al potencial
terapéutico de la granada. Los esteroles, que son esteroides naturales, están
presentes en la granada, aunque representan los compuestos bioactivos menos
prevalentes en esta fruta. Su principal función es disminuir la absorción de
colesterol y reducir los niveles de lipoproteínas de baja densidad en el
torrente sanguíneo. Entre los compuestos esterólicos más importantes que se
encuentran en la granada se incluyen el estigmasterol, el sitosterol y el
colesterol. Además, las semillas de la granada contienen esteroides como
estrona, testosterona y estriol, así como otros esteroles como el daucosterol,
acetato de sitosterol y campesterol (Figura 1).17 Los terpenos y
terpenoides son compuestos bioactivos que ofrecen una amplia gama de
Figure 1. Schematic
representation of the most commonly used nanomedicines for CNS diseases.
Las antocianinas son pigmentos polifenólicos coloridos y solubles en agua, que tienen la capacidad de extinguir los radicales libres, inhibir la actividad de la xantina oxidasa que genera radicales libres y quelar iones metálicos que participan en la oxidación de lipoproteínas de baja densidad. Entre las principales antocianinas identificadas en este fruto se encuentran la delfinidina, cianidina y pelargodina (Figura 2). Además, se ha identificado la vistisina A como parte de los compuestos bioactivos presentes.17 Asimismo, inducen la expresión del factor nuclear eritroide 2 similar al factor 2 (Nrf2) que regula la expresión de enzimas antioxidantes endógenas, como la hemooxigenasa-1.19 Además de las especies reactivas de oxígeno (ROS), las antocianinas también inhiben la producción de especies reactivas de nitrógeno (RNS), particularmente la del óxido nítrico, lo que conduce a controlar los procesos oxidativos asociados estrechamente con esta RNS. Además, las antocianinas también reducen la liberación de mediadores proinflamatorios y moléculas de adhesión, a través de la modulación de las respectivas vías de señalización, las cuales incluyen la vía del ácido araquidónico y las vías del
Figura 3. Vías de señalización involucradas en
la expresión de genes proinflamatorios y los efectos moduladores de Punica
granatum (granada) en dichas rutas. Los receptores de tirosina
quinasa (RTK), los receptores tipo Toll (TLR) y los receptores acoplados a
proteínas G (GPCR) activan varias cascadas de señalización, que conducen a
la activación de factores de transcripción (como NF-kB y AP-1)
responsables de la expresión de genes proinflamatorios. En estas vías, P. granatum inhibe distintos elementos como IP₃, ERK1/2 y la liberación de Ca²⁺ en el retículo endoplasmático (RE), interfiriendo en la
activación de NF-kB y, en última instancia, reduciendo la expresión de
genes proinflamatorios. Figura elaborada en Bio-Render.com.
Entre los compuestos extraídos de P.
granatum se encuentran los alcaloides, incluyendo los derivados de la
pelletierina como la pseudopelletierina, N-metilpelletierina, isopelletierina,
1-pelletierina y di-pelletierina. Además, otros alcaloides presentes en la
granada incluyen la cafeína y el cloruro de piridinio (Figura 2).17 Por otro lado, el ácido elágico que también es una molécula
fenólica, tiende a reaccionar formando complejos con otras moléculas como las
proteínas y los alcaloides, entre otras. Al igual que la punicalagina, el ácido
elágico es un fitoquímico perteneciente a la clase de los elagitaninos, es
precursor del ácido punícico y se encuentra presente tanto en la cáscara del
fruto como en la hoja, la flor, la semilla y el duramen de la granada. Es un
compuesto ampliamente estudiado, debido a su capacidad para neutralizar
radicales libres.16
En este punto, debemos considerar que,
si bien los efectos antioxidantes y antiinflamatorios de los compuestos
bioactivos de la granada han sido ampliamente estudiados en diferentes
enfermedades crónicas y degenerativas, como la diabetes o el cáncer, el interés
en el estudio sistemático de los efectos terapéuticos de P. granatum en
la epilepsia es algo relativamente reciente.
3.2. Efectos terapéuticos
de la granada en la epilepsia
La
granada es una planta rica en polifenoles que ha evidenciado numerosos efectos
neuroprotectores, antioxidantes y antiinflamatorios en diferentes modelos de
enfermedades neurológicas y neurodegenerativas, tales como epilepsia, migraña,
lesión cerebral traumática y trastornos neuroconductuales, así como estudios
clínicos de las enfermedades de Creutzfeldt-Jakob, de Alzheimer y de Parkinson.20-22 La evidencia ha demostrado que la
granada puede inhibir la neuroinflamación, la neurotoxicidad y la producción de
ROS.23-25
En
los últimos años, diversas investigaciones han explorado los efectos
terapéuticos de la granada y sus extractos en la epilepsia, utilizando modelos
murinos para evaluar sus propiedades antioxidantes, neuroprotectoras y
anticonvulsivas. En un estudio preclínico, se investigó el efecto
anticonvulsivo de tres extractos de granada y se encontró que el extracto
metanólico de las hojas de P. granatum tiene una actividad
anticonvulsiva significativa de manera dependiente de la dosis (50, 100, 200 y
400 mg/kg). Además, se reportó una correlación entre los efectos
anticonvulsivos de este extracto y los niveles elevados de ácido γ-aminobutírico (GABA) en
el cerebro, el cual desempeña un papel crucial en la regulación
de la excitabilidad de la red neuronal asociada a las crisis epilépticas.26
Por
otro lado, también se ha investigado el efecto anticonvulsivante y
neuroprotector del ácido elágico que, como ya se describió, es un polifenol con
propiedades antiinflamatorias y antioxidantes presente en la granada y en otras
frutas. En un modelo de crisis convulsivas inducidas con pentilentetrazol (PTZ)
se encontró que el ácido elágico (100 mg/kg) aumentaba significativamente el
umbral de excitación de los animales, por lo cual se requirieron dosis mayores
de PTZ tanto para la generación de la primera contracción mioclónica como para
la convulsión clónica generalizada y la extensión tónica de las extremidades
delanteras.27 Por otro lado, en las crisis
convulsivas inducidas por pilocarpina , el ácido elágico (50 mg/kg),
administrado antes o después del convulsivante, disminuye la severidad de las
crisis convulsivas al retrasar el establecimiento del estado epiléptico y disminuir
la amplitud y duración de las descargas epileptiformes, de manera más eficiente
que el alopurinol (50 mg/kg), un medicamento conocido por inhibir la actividad
de la xantina oxidasa.28
En ambos modelos de inducción de crisis convulsivas, los efectos benéficos del
ácido elágico han sido relacionados con su actividad antioxidante y
antiinflamatoria (Tabla 1).28,29 Estos resultados respaldan el interés
en el estudio del potencial terapéutico de la granada en la epilepsia.
3.3. Posibles mecanismos de acción de la
granada en la epilepsia
3.3.1. Interacción de los polifenoles de la granada con algunos
sistemas de neurotransmisión
Los
polifenoles de la granada han demostrado poseer efectos sobre los sistemas de
neurotransmisión (dopaminér-gico, colinérgico, glutamatérgico y GABAérgico)
implicados en trastornos neurológicos y enfermedades neurodeg-enerativas como
la epilepsia, la migraña, las lesiones cerebrales traumáticas,
Tabla
1. Evaluación de compuestos derivados de granada en
modelos murinos de epilepsia.
Compuesto(s) |
Modelo y tratamientos |
Dosis (mg/kg) |
Mecanismo |
Conclusiones |
Referencia |
Extracto metanólico
de granada (MLPG). |
Crisis convulsivas
inducidas por 6 Hz, electrochoque máximo (MES) y pentilentetrazol (PTZ) en
ratón albino suizo macho. Tres días de
pretratamiento con MLPG, crisis inducidas 1 hora después de la última dosis
en el día 3. |
50, 100, 200 y 400. |
El MLPG aumentó
significativamente los niveles de ácido γ-aminobutírico (GABA) en el
cerebelo y el resto del cerebro en los modelos evaluados, con una efectividad
comparable a la del diazepam (3 mg/kg). |
El MLPG posee
propiedades anticonvulsivas significativas de manera dependiente de la dosis
y aumenta los niveles de GABA en el cerebro. |
Viswanatha et al. (2016). |
Ácido elágico (EA). |
Prueba de crisis
convulsivas inducidas con PTZ y prueba del umbral convulsivo de MES en ratón
albino suizo macho. Pretratamiento con
EA 1 hora antes de cada prueba convulsiva. |
100 y 200. |
Las propiedades
anticonvulsivas son a través del aumento de la neurotransmisión GABAérgica y
de la inhibición de la entrada de sodio a través de la membrana celular. |
El EA ejerció
efectos anticonvulsivos significativos en dos pruebas distintas de umbral
convulsivo en ratones. |
Pieróg et al. (2021). |
Ácido elágico (EA). |
Crisis convulsivas
y estado epiléptico inducido con pilocarpina en ratas Wistar macho. Pretratamiento con
EA 30 minutos antes de inducir las crisis o 60 minutos después del estado
epiléptico. |
50. |
El EA actúa como
anticonvulsivo mediante sus propiedades antioxidantes, que neutralizan los
radicales libres y la quelación de iones metálicos. Además, el EA aumenta la
expresión de proteínas antioxidantes reguladas por Nrf2, equilibra los
niveles de GABA en el cerebro y retrasa el inicio de las crisis convulsivas. |
El EA mostró un
efecto anticonvulsivo al reducir significativamente la actividad
epileptiforme y la severidad de las crisis, aumentando la latencia de
aparición del estado epiléptico y reduciendo la amplitud de las descargas
epileptiformes. |
Pardo-Peña et al. (2023). |
Nanoformulación de
ácido elágico (EA) con alginato de calcio (Ca2+-ALG NPs). |
Crisis convulsivas
inducidas con PTZ en ratón albino suizo macho. Tratamiento con
nanopartículas de EA durante 33 días (17 dosis). |
50. |
Los efectos
anticonvulsivos del EA son a través de la modulación del estrés oxidativo,
reduce el nivel de glutamato e incrementa las concentraciones de GABA.
Además, disminuye la producción de citocinas proinflamatorias y proteínas
proapoptóticas. |
Las nanopartículas
previnieron las crisis convulsivas durante el periodo experimental y
mostraron mayor eficacia que el EA libre. |
El-Missiry et al. (2020). |
junto
con enfermedades como la de Creutzfeldt-Jakob, de Alzheimer y de Parkinson. Figura 4. Mecanismos de acción de los fármacos
anticrisis (FAC) y el posible efecto de la granada. En la sinapsis
excitadora, los medicamentos como la gabapentina y la pregabalina actúan
sobre la subunidad α2δ del canal de Ca²⁺ en la neurona presináptica, mientras que el levetiracetam
actúa en la proteína SV2A, inhibiendo la liberación de glutamato. Otros fármacos, como la fenitoína, la carbamazepina y el ácido valproico, bloquean los canales
de Na⁺ activados por voltaje. En la neurona postsináptica, el felbamato y el topiramato
inhiben los receptores de glutamato NMDA y AMPA/KAR. En la sinapsis
inhibidora, la vigabatrina inhibe la enzima GABA-T, reduciendo la
degradación de GABA y aumentando su concentración en la sinapsis. La
tiagabina inhibe la recaptación de GABA mediante el transportador GAT1,
aumentando la disponibilidad de GABA en la sinapsis. En la neurona
postsináptica, los receptores GABAA son potenciados por fármacos como las
benzodiazepinas y los barbitúricos, que facilitan la entrada de Cl⁻ y potencian el efecto inhibitorio de
GABA, reduciendo la excitabilidad neuronal. Figura elaborada en
Bio-Render.com. Estos
compuestos fenólicos actúan a través de mecanismos que restauran el equilibrio
de neurotransmisores cruciales (dopamina, acetilcolina, glutamato y GABA) para
el funcionamiento adecuado del sistema nervioso central (SNC).30 En
cuanto al sistema dopaminérgico, se ha observado que los polifenoles de la
granada, en particular el ácido elágico y la urolitina A, protegen a las
neuronas dopaminérgicas. En un modelo de enfermedad de Parkinson en ratas, el
pretratamiento con ácido elágico restauró los niveles de dopamina, mientras que
la urolitina A disminuyó significativamente la pérdida de las neuronas
dopaminérgicas.31,32 El
sistema colinérgico también se ve afectado por los polifenoles de la granada.
En modelos experimentales de demencia, la suplementación con ácido elágico
redujo la actividad de la acetilcolinesterasa, lo que sugiere un efecto
protector sobre la función colinérgica. Además, se ha demostrado que los
metabolitos activos de la granada, como las urolitinas, exhiben una notable
actividad anticolinesterásica, lo que refuerza el potencial terapéutico de
estos compuestos en trastornos asociados con la disfunción colinérgica,
incluyendo la epilepsia.31, 33-35 Los
polifenoles de la granada, como el ácido elágico y la punicalagina, ayudan a
regular los niveles de glutamato, protegiendo así a las neuronas del daño
excitotóxico (Figura 4). El tratamiento con ácido elágico aumentó la
resistencia de las neuronas hipocampales a la exposición al glutamato,
mejorando su viabilidad celular en un proceso dependiente del factor Nrf2.
Además, la punicalagina contribuye a restaurar el equilibrio entre los
receptores excitadores e inhibidores en el cuerpo estriado de las ratas
expuestas al manganeso.34 Por
último, el sistema GABAérgico, clave en la regulación de la excitabilidad
neuronal, también se ve influenciado por los polifenoles de la granada (Figura
4). El ácido elágico ha mostrado efectos ansiolíticos, similares a los de las
benzodiazepinas, mediando su acción a través de la unión al sitio de
benzodiazepinas de los receptores GABAA, lo que podría desempeñar un
papel importante en la modulación del sistema GABAérgico al influir
indirectamente en el equilibrio de la neurotransmisión inhibidora.30 3.3.2. Estrés oxidativo y los polifenoles de la granada Los
polifenoles de la granada y sus metabolitos son capaces de reducir los niveles
de lipoproteínas de baja densidad oxidadas e inhibir la oxidación causada por
los iones de Cu2+, así como disminuir la peroxidación lipídica en el
sistema nervioso. Los polifenoles de la granada también han sido asociados con
la regulación de enzimas antioxidantes endógenas como el superóxido
dismutasa, la catalasa y el glutatión peroxidasa, entre
otras.30 Diversos
estudios han demostrado que la punicalagina purificada, junto con el extracto
de la granada tienen la capacidad de atrapar radicales libres de OH−
y ONOO−, así como prevenir la oxidación
lipídica
en el hipotálamo de ratas. Además,
el ácido
elágico
disminuye la concentración aumentada de H2O2
durante el estado epiléptico inducido por pilocarpina;28 y también, incrementa
los niveles de glutatión, así como de las
enzimas glutatión reductasa y glutatión
peroxidasa, como parte de
los efectos antioxidantes evaluados en las crisis convulsivas inducidas por
PTZ.29 Por lo anterior, este efecto protector
que ejercen estos compuestos de la granada, se relaciona con el control de la
producción de ROS en el cerebro y la disminución de la peroxidación lipídica.36,37 En este sentido, el ácido elágico es
particularmente eficiente para prevenir la oxidación de lípidos, actuando a un
nivel subcelular, así como evitando la desmielinización neuronal.38,39 3.3.3. Vías inflamatorias La
inflamación desempeña un papel crucial en diversas enfermedades
neurodegenerativas, así como en la epilepsia.12 La inflamación crónica puede conducir
a la pérdida neuronal y activación de la microglía, que contribuyen a la
aparición y progresión de la epilepsia. La polarización de macrófagos hacia un
perfil M1 genera un entorno proinflamatorio, mientras que la polarización M2
promueve la neuroprotección. El ácido urolítico, un compuesto presente en la
granada ha demostrado inducir la polarización M2 tanto en macrófagos como en
células de la microglía, lo que sugiere un potencial terapéutico en el manejo
de la inflamación asociada con la epilepsia.30 En
estudios previos, la punicalina ha mostrado un efecto más significativo que
otros extractos de granada en cuanto a la transformación de los macrófagos
periféricos del fenotipo M1 al M2.40 Además, tanto el ácido urolítico como
el extracto de flor de la granada han mostrado efectos benéficos al modular la
activación reactiva de astrocitos y microglía en modelos experimentales de la
enfermedad de Parkinson.41 Entre
los mecanismos asociados a la epilepsia, se conoce que la inflamación
neurogénica puede favorecer la aparición de crisis. Por lo que, los efectos
antiinflamatorios de los polifenoles de la granada, relacionados principalmente
con la disminución de los niveles de citocinas proinflamatorias, son de interés
en el manejo terapéutico de la epilepsia.42 En este sentido, el ácido elágico
controla el aumento en los niveles de la interleucina (IL) 6 y del TNF-α producido por las crisis convulsivas
inducidas con PTZ.29 Por
otro lado, el ácido elágico también ha mostrado la capacidad de suprimir la
activación del inflamasoma NLRP3, que puede estar relacionado con la
epileptogénesis43 y podría tener implicaciones directas
en la prevención de crisis epilépticas.44 Asimismo, el ácido urolítico ha
mostrado eficacia en la reducción de la producción de IL-17 en la microglía,45 lo cual tiene relevancia en el control
de la inflamación crónica asociada a la epilepsia.46 Las
prostaglandinas como la PGE2 producidas por la ciclooxigenasa,
contribuyen al desarrollo de la inflamación y la percepción del dolor. Además,
en la epilepsia también están implicadas en el control de la excitabilidad
neuronal. En este sentido, los extractos de granada han demostrado reducir la
síntesis de PGE2 en células neuronales, lo que sugiere un efecto
antiinflamatorio que podría beneficiar a los pacientes con epilepsia.47 La
autofagia, relacionada con la neuroinflamación y la neurodegeneración, también
juega un papel importante en la epilepsia. Una autofagia ineficiente puede
llevar a la acumulación de desechos celulares, aumentando el riesgo de
apoptosis en las neuronas. Tanto la punicalagina como el ácido elágico, inducen
la autofagia y mejoran la formación de autofagosomas, lo que es crucial para
mantener la viabilidad celular en contextos inflamatorios.30 Otros
mecanismos asociados a la epilepsia, como la remodelación vascular o la
permeabilidad de la barrera hematoencefálica (BHE)48 que podrían ser regulados por los
extractos de granada, aún no han sido estudiados en modelos animales. Sin
embargo, recientemente se ha demostrado que los efectos benéficos del ácido
elágico sobre algunos tipos de cáncer se relacionan con la regulación de la
señalización mediada por el factor de crecimiento endotelial vascular.49 Estas evidencias aumentan el interés
en el estudio de los extractos de granada en la epilepsia. 3.4. Comparativa de los compuestos bioactivos de la granada con
los FAC actuales Los
mecanismos de acción de los FAC se clasifican en cuatro grupos principales:
aquellos que actúan sobre los canales iónicos dependientes de voltaje, los
cuales disminuyen la excitabilidad neuronal al bloquear o modular el canal de
sodio, estabilizando así la membrana neuronal y reduciendo la actividad
epiléptica y la progresión de las crisis; los que actúan sobre el sistema
GABAérgico, promoviendo la inhibición de la excitabilidad neuronal; los que
interactúan principalmente con los receptores ionotrópicos de glutamato; y,
finalmente, los que modulan la maquinaria sináptica facilitadora de la
liberación de neurotransmisores (Figura 4).50 A
pesar de la variedad de opciones terapéuticas existentes para la epilepsia, se
estima que aproximadamente un 20-30% de los pacientes presentan
farmacorresistencia.6, 51 Este diagnóstico se establece cuando,
tras el uso de al menos dos fármacos en dosis terapéuticas máximas toleradas,
persisten las crisis recurrentes.52,53 Diversas hipótesis han sido propuestas
para explicar los mecanismos subyacentes a la farmacorresistencia en epilepsia.
Una de ellas sugiere que las alteraciones estructurales y funcionales inducidas
por la epilepsia en el cerebro reducen la sensibilidad de las moléculas diana
al tratamiento. La efectividad de los FAC depende de su interacción con estas
moléculas, que incluyen canales iónicos, receptores de neurotransmisores y
transportadores.6 Estudios en ratas tratadas con
pilocarpina han demostrado que la expresión de los receptores sensibles a GABA
en células hipocampales se encuentra alterada, lo cual se relaciona con cambios
en la efectividad de los FAC.54
Otra hipótesis relevante es la limitada penetración de los FAC a través de la
BHE, lo que se asocia con una expresión al alza de la glicoproteína P (Pgp) en
las células endoteliales, que disminuye la concentración de los FAC en el
cerebro y por ende, su efectividad terapéutica.54 Las variaciones genómicas que incluyen
polimorfismos de un solo nucleótido también parecen desempeñar un rol relevante
en la farmacorresistencia, tal es el caso de las mutaciones en SCN1A
(subunidad 1A de canal de sodio sensible a voltaje) y ABCB1 (que
codifica para Pgp). Sin embargo, no se han encontrado variantes genéticas
comunes que predigan consistentemente la farmacorresistencia, lo que indica que
se requiere una mayor investigación sobre el tema.55 Los
FAC presentan efectos secundarios que varían según las características del
paciente, tales como la edad, el sexo, las comorbilidades asociadas y los
tratamientos concomitantes.56
Entre los efectos adversos, los más comunes son dependientes de la dosis, que
suelen presentarse de forma aguda al inicio del tratamiento y tienden a
disminuir con el tiempo, siempre y cuando se eviten incrementos rápidos de
dosis o niveles plasmáticos elevados del FAC. Estos efectos suelen desaparecer
al reducir la dosis y rara vez requieren la suspensión del fármaco. Suelen ser
de naturaleza sistémica o neurotóxica. En contraste, los efectos
idiosincráticos, menos frecuentes e impredecibles, se producen por mecanismos
como reacciones de hipersensibilidad o interacción errónea con órganos diana.
Los efectos adversos crónicos, que se desarrollan tras una exposición
prolongada, pueden motivar la retirada del tratamiento. Estos incluyen efectos
en la cognición, alteraciones estéticas como alopecia y aumento de peso, así
como complicaciones endocrinológicas, urológicas y visuales, tales como déficit
de vitamina D, litiasis renal y reducción del campo visual, entre otras.50 Por
este motivo, se están investigando nuevas alternativas que podrían complementar
el tratamiento de la epilepsia, sin efectos adversos significativos, como el
consumo de extractos o compuestos bioactivos derivados de la granada. Sin
embargo, el principal obstáculo radica en la escasez de estudios sistemáticos
rigurosos que validen tanto la eficacia como la seguridad de los tratamientos
con extractos o compuestos bioactivos derivados de la granada como terapia
complementaria en esta enfermedad. Aunque se ha demostrado que los compuestos
bioactivos de la granada tienen propiedades benéficas para el cerebro, como el
ácido púnico que se metaboliza rápidamente en ácido linoleico conjugado, un
compuesto que se encuentra en concentraciones elevadas en el cerebro, su papel
en la regulación de la respuesta inflamatoria y su capacidad neuroprotectora
son todavía aspectos de interés que deben estudiarse más.57 Este ácido linoleico conjugado actúa a
través de su unión con los receptores activados por proliferadores
peroxisomales, modulando procesos clave relacionados con la inflamación y la
neuroprotección.58,59 A pesar de estos hallazgos
preliminares, se requiere más investigación para confirmar el potencial
terapéutico de la granada en el tratamiento de la epilepsia. Se ha demostrado que los compuestos bioactivos derivados de
la granada, como el ácido elágico, la punicalagina y las urolitinas, destacan
por su potencial terapéutico en trastornos del SNC, particularmente en modelos
experimentales de epilepsia. Su capacidad para contrarrestar el daño neuronal
mediante la modulación del estrés oxidativo, la excitotoxicidad y la
inflamación sugiere una prometedora acción neuroprotectora. De manera
innovadora, proponemos que los polifenoles de la granada podrían desempeñar un
papel clave en la mitigación del daño neuronal asociado a las crisis
epilépticas a través de la regulación de la respuesta inflamatoria y el
restablecimiento del equilibrio redox. Sin embargo, a pesar de estos avances,
la validación de su eficacia terapéutica en epilepsia requiere investigaciones
más exhaustivas, que permitan establecer con precisión su aplicabilidad
clínica. Este enfoque podría abrir nuevas perspectivas en el desarrollo de
estrategias basadas en fitocompuestos para el manejo de esta enfermedad. Los autores declaran no tener ningún conflicto de interés. 1.
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4. Conclusión
5.
Conflicto de interés
6.
Referencias
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