Artículo de revisión
Los receptores muscarínicos como potencial objetivo terapéutico
en la esquizofrenia
Muscarinic receptors as a potential therapeutic objective in
schizophrenia
1*José Eduardo López Villa
1Instituto Veracruzano de Salud Mental “Dr. Rafael Velasco
Fernández”, Xalapa-Enríquez, Veracruz, México.
Este artículo está disponible en:
https://eneurobiologia.uv.mx/index.php/eneurobiologia/article/view/2633
*Correspondencia: José
Eduardo López Villa. Instituto Veracruzano de Salud Mental “Dr. Rafael Velasco
Fernández”. Aguascalientes 100, Progreso Macuiltépec, 91130, Xalapa-Enríquez,
Veracruz, México. Correo electrónico: lopezvillaje@gmail.com.
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responsabilidad: Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la
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Resumen
La esquizofrenia es una enfermedad mental crónica caracterizada
por tres conjuntos de síntomas: positivos, negativos y cognitivos. Aunque los
primeros han logrado abordarse con los actuales fármacos antipsicóticos, un
20-30 % de pacientes no muestra respuesta y el perfil de efectos secundarios
metabólicos y motores limita su uso en algunos casos. Durante mucho tiempo se
explicó la presencia de dichas manifestaciones clínicas con la hipótesis
dopaminérgica; sin embargo, terminó demostrándose como una explicación
incompleta, a la vez que se involucraron otros sistemas de neurotransmisores,
como el colinérgico. En este sentido, la acetilcolina se ha involucrado en
funciones como la memoria, la atención y el aprendizaje, así como la regulación
del sistema dopaminérgico. Además de los efectos antipsicóticos de fármacos que
apuntan a sus receptores muscarínicos, como la xanomelina y la emraclidina, ha
incrementado el interés en ese neurotransmisor como un objetivo en la búsqueda
de nuevos medicamentos antipsicóticos. Así, el objetivo de este artículo es
presentar una revisión de la literatura médica relacionada con la implicación
de la acetilcolina, y particularmente de los receptores muscarínicos, en la
esquizofrenia, y los esfuerzos por el desarrollo de nuevos fármacos
antipsicóticos que apunten directamente al sistema colinérgico.
Palabras clave: esquizofrenia, acetilcolina,
receptores muscarínicos, sistema colinérgico, antipsicóticos.
Abstract
Schizophrenia is a chronic mental
illness characterized by three sets of symptoms: positive, negative, and
cognitive. Although the positive symptoms have been managed with present-day
antipsychotic agents, 20 to 30% of patients do not show response and the
profile of metabolic and motor adverse effects limits its use in some cases.
Furthermore, for a long time the existence of these clinical manifestations has
been explained with the dopaminergic hypothesis. Nevertheless, it ended up
being demonstrated as an incomplete explanation and other neurotransmitter
systems have been involved, such as the cholinergic system. Acetylcholine has
been related to mental functions such as memory, attention, and learning, just
as with the regulation of the dopaminergic system. The above, together with the
observed antipsychotic effects of drugs that target muscarinic receptors, such
as xanomeline and emraclidine,
have increased interest in this neurotransmitter as an objective in the search
for new antipsychotic medications. This article aims to review the medical
literature related to the involvement of acetylcholine, and particularly
muscarinic receptors, in schizophrenia and the efforts to develop new
antipsychotic drugs that directly target the cholinergic system.
Keywords: schizophrenia, acetylcholine,
muscarinic receptors, cholinergic system, antipsychotic agents.
1. Introducción
La esquizofrenia es un trastorno mental que de
acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), corresponde a una
«alteración de las funciones más básicas que dotan a la persona de una
sensación de individualidad, singularidad y autonomía». Se encuadra dentro de
un espectro de condiciones con características clínicas similares, como son la
presencia de alucinaciones, ideas delirantes y desorganización de la conducta y
el discurso.1 Por sí sola, comprende una variedad de
alteraciones cognitivas, conductuales y emocionales, acompañadas de un
deterioro en la funcionalidad de la persona, de tal forma que ha sido
considerado un síndrome clínico heterogéneo.2
Se estima que, a nivel
mundial, cerca de 24 millones de personas presentan esquizofrenia, es decir, 1
en cada 300 individuos (0.32 %) y 1 en cada 222 adultos (0.45 %).3 En el caso de México, la Secretaría de Salud
calcula que la enfermedad afecta alrededor de un millón de personas.
Adicionalmente, quienes la padecen ven reducida su esperanza de vida entre
quince y veinte años,4 a la vez que presentan mayores tasas de
comorbilidad con otras enfermedades médicas, como diabetes mellitus tipo 2,
accidente cerebrovascular y enfermedad coronaria.
El pronóstico es
desfavorable dado que, en promedio, sólo un 13.5 % de los pacientes alcanzan
criterios de recuperación clínica y social.5
Han sido descritos los llamados síntomas positivos, negativos y cognitivos
dentro de las manifestaciones clínicas del trastorno, el cual suele iniciar en
la adolescencia tardía o en la edad adulta temprana, con un pico de inicio de
los síntomas psicóticos en la primera mitad de la tercera década de la vida en
hombres, y al final de la tercera década en mujeres.
Los síntomas positivos
implican las alucinaciones, que, aunque pueden ser de distintos tipos, como las
visuales, olfativas y táctiles, las más comunes son las auditivas, y los
delirios, es decir, ideas falsas, no acordes al contexto sociocultural del
individuo y que se sostienen aún frente a la evidencia contra ellas.6 En segundo lugar, los síntomas negativos son
la representación de la disminución o ausencia de conductas relacionadas con la
motivación, el interés y la expresividad, lo que se traduce en anhedonia,
avolición, alogia, aplanamiento afectivo y falta de socialización.7
Por otra parte, los
pacientes con esquizofrenia tienen, en comparación con personas con otras
enfermedades mentales y sin ellas, mayores disfunciones cognitivas en áreas
cerebrales involucradas en la velocidad de procesamiento, la memoria verbal y
la memoria de trabajo. Aunque los estudios al respecto han tenido resultados
mixtos, parecería que estos pacientes no experimentan un empeoramiento en sus
capacidades cognitivas a lo largo del padecimiento; por lo que, se plantea que
el deterioro cognitivo sería un elemento cardinal de la enfermedad ya desde sus
inicios.8
En este aspecto, a nivel
estructural, la esquizofrenia se ha asociado con alteraciones en el número y
morfología de las células gliales (oligodendrocitos, astrocitos y microglía), y
se han involucrado alteraciones en la sustancia gris y blanca que podrían dar
cuenta de las disfunciones cognitivas y la degeneración cerebral acelerada de
la enfermedad. Entre estas anomalías están la pérdida de astrocitos en la
sustancia blanca, disminución en la densidad y distribución de oligodendrocitos
en la sustancia blanca y gris (en áreas como la corteza prefrontal y el
hipocampo), así como la microglía y su relación con factores inmunológicos e
inflamatorios que podrían influir en la fisiopatología.9
De carácter crónico, las
fases típicas de la enfermedad suelen ser la prodrómica (de meses a años, con
cambios en el comportamiento, el funcionamiento social y la respuesta emocional
del paciente), la activa (caracterizada por la presencia de síntomas positivos)
y la residual (fundamentalmente distinguida por los síntomas negativos y con
síntomas positivos ausentes o atenuados). Las fases activas pueden ser
episódicas, consideradas exacerbaciones, con niveles variables de remisión de
los síntomas entre ellas.10
Los estudios
longitudinales muestran que los síntomas positivos tienden a fluctuar, quizá
por efecto del tratamiento farmacológico, mientras que los síntomas negativos
se mantienen estables a lo largo del padecimiento.11
Tanto los síntomas negativos como los cognitivos no han logrado abordarse con
los manejos actuales de la esquizofrenia, cuya «piedra angular» son los
fármacos con propiedades antipsicóticas, los cuales tienen efectos mínimos en
ambos conjuntos sintomáticos.7,12
Los medicamentos
antipsicóticos, antagonistas o agonistas parciales que actúan a nivel de los
receptores postsinápticos D2 aportaron evidencia en favor de la teoría
dopaminérgica de la esquizofrenia.13
Sin embargo, se ha considerado que dicha hipótesis, presente en el campo desde
el descubrimiento del primer antipsicótico, la clorpromazina, es incompleta.14 Junto con su limitada validez, la hipótesis
dopaminérgica no logra explicar adecuadamente los síntomas negativos y
cognitivos de la enfermedad.
Además, es importante no
perder de vista que del 20-30 % de los pacientes no mostrará respuesta con los
antipsicóticos tradicionales, cuyo perfil de efectos secundarios tiene
particular trascendencia por su repercusión en la calidad de vida subjetiva y
la funcionalidad de los pacientes.15
En este aspecto, tanto los antipsicóticos típicos como los atípicos pueden
ocasionar un rango de efectos urológicos, metabólicos, endocrinos,
cardiovasculares, sedantes y sexuales.
Se incluyen también los
conocidos como síntomas extrapiramidales, hiperónimo que abarca manifestaciones
como la acatisia, la distonía, la discinesia tardía y el parkinsonismo; dentro
de los metabólicos ha sido observado el aumento de peso, la resistencia a la
insulina, las dislipidemias y la hipertensión.1,16
Adicionalmente, se ha mostrado el potencial involucramiento de otros sistemas
de neurotransmisores en la neurobiología de la esquizofrenia, como el
serotoninérgico, el glutamatérgico, el GABAérgico y el colinérgico.12
Particularmente, existe
un incremento en el interés por la acetilcolina dadas sus implicaciones en la
memoria, la atención, la motivación, la plasticidad cerebral y el aprendizaje,
además de las características observadas de la clozapina y el efecto
antipsicótico de la xanomelina, agonista muscarínico sin acción directa en los
receptores dopaminérgicos,13,17 postulándo-se como un objetivo al cual
apuntar en la búsqueda de nuevos fármacos para la esquizofrenia.
En este sentido, el
presente trabajo presenta una revisión de la literatura médica relacionada con
dicha posible implicación y los esfuerzos dirigidos en esa dirección, con
particular énfasis en los receptores muscarínicos, en la búsqueda de nuevos
antipsicóticos.
2. Metodología
En noviembre de 2023 fue
realizada una revisión bibliográfica en las bases de datos de PubMed y Google Académico
con las palabras clave en inglés “muscarinic, receptor y schizophrenia”.
Fueron seleccionados los trabajos publicados en los seis años previos a la
búsqueda, en inglés y español, obteniéndose un total de 47 artículos.
Posterior a la lectura
del título y resumen fueron elegidos 31 artículos que cumplían con los
criterios de inclusión, es decir, eran revisiones sistemáticas y narrativas,
realizados en seres humanos, sobre la implicación del sistema colinérgico en la
esquizofrenia, su uso potencial como objetivo farmacológico, el uso de la
xanomelina-trospio y emraclidina, así como estudios de neuroimagen. Fueron
excluidos los estudios realizados en animales.
En mayo de 2024 fueron
añadidos los ensayos clínicos aleatorizados publicados hasta ese momento sobre
la xanomelina-trospio y la emraclidina, además de que fueron buscados ensayos
en curso en la Plataforma de Registros Internacionales de Ensayos Clínicos de
la Organización Mundial de la Salud (https://trialsearch.who.int).
Las limitaciones de la
revisión incluyen el periodo de tiempo estudiado o el número de bases de datos
empleadas. Se buscó complementar con artículos obtenidos de la sección de
referencias de los trabajos seleccionados y otras publicaciones importantes
para contextualizar la información.
En total fueron incluidos
40 artículos para la revisión narrativa principal centrada en los avances en el
conocimiento de la implicación del sistema colinérgico en la fisiopatología de
la esquizofrenia, las características de los receptores muscarínicos, y los
esfuerzos en el desarrollo de fármacos que apunten a dichos objetivos
terapéuticos en el marco de la esquizofrenia.
3. Sistemas de neurotransmisión implicados en la esquizofrenia
La teoría dopaminérgica de la esquizofrenia, hipótesis
clásica desarrollada a lo largo de la década de 1960 a partir del hallazgo del
potente antagonismo D2 de los fármacos antipsicóticos, plantea que
los síntomas positivos de la enfermedad son resultado de una hiperactividad
dopaminérgica a nivel de la vía mesolímbica,18,19 mientras que
los síntomas negativos y cognitivos son producto de la hipoestimulación del
receptor D1 en la corteza prefrontal por una disminución de la
actividad de las proyecciones dopaminérgicas mesocortica-les.20
Otras dos vías dopaminérgicas, la vía
nigroestriada y la vía tuberoinfundibular, estarían involucradas principalmente
como mediadoras de los efectos secundarios de los fármacos antipsicóticos, pues
su bloqueo o la disminución de los niveles de dopamina en ellas ocasiona los
síntomas motores y el aumento en los niveles de prolactina, respectivamente.21
Los modelos animales y los hallazgos post
mortem y del líquido cefalorraquídeo se sumaron a la farmacología de los
medicamentos antipsicóticos que formaron parte de la evidencia indirecta que
respaldó esta teoría, principalmente al probar que un funcionamiento aberrante
del sistema dopaminérgico está involucrado en la fisiopatología de los síntomas
psicóticos. Adicionalmente, los estudios con tomografía por emisión de
positrones ayudaron a demostrar que en la esquizofrenia existe una hiperdopaminergia
estriatal presináptica.22
Sin embargo, también hubo hallazgos
contradictorios, como los niveles normales de metabolitos de la dopamina en el
líquido cefalorraquídeo y el suero de algunos pacientes con esquizofrenia o las
características de la clozapina, fármaco utilizado para la esquizofrenia
resistente al tratamiento, que tiene una baja afinidad por los receptores D2.20 Desde una perspectiva del neurodesarrollo también se ha
postulado que la dopamina tiene propiedades de poda neuronal. Una poda excesiva
durante las etapas iniciales del desarrollo neuronal sería la causa del volumen
cerebral disminuido consistentemente observado en los pacientes con
esquizofrenia.23
Toda la evidencia a favor y en contra
condujo a múltiples reformulaciones de la teoría, pero, aunque los hallazgos
respaldan el hecho de que dentro de la patogénesis de la enfermedad entra en
juego una alteración del sistema dopaminérgico, no es suficiente para
comprender plenamente la neurobiología del trastorno, particularmente
considerando dos elementos; por un lado, que la alteración dopaminérgica
parecería ser la vía final de varios factores de riesgo genéticos y
ambientales, y por otro, que la enfermedad es un síndrome heterogéneo, por lo
que en algunos individuos la dopamina podría no tener un papel muy
significativo.20,22 Es por ello que se ha planteado y detallado con el paso de
los años el involucramiento de otros sistemas de neurotransmisores, como el
glutamatérgico, el serotoninérgico y el GABAérgico.24
El glutamato es el principal neurotransmisor
excitatorio del sistema nervioso central (SNC)25 y ha sido
postulado que la hipoactividad de uno de sus receptores, el N-metil-D-aspartato
(NMDA), en las interneuronas del ácido gamma-aminobutírico (GABA) de la corteza
prefrontal provoca una hiperactividad en la señalización glutamatérgica
corriente abajo y una estimulación excesiva del área tegmental ventral, parte
de la vía mesolímbica de la dopamina.19
Dicho enfoque partió del descubrimiento
de los efectos que producen los antagonistas NMDA, como la ketamina o la
fenciclidina (anestésicos que pueden causar intoxicación) que pueden ocasionar,
en individuos sanos, síntomas similares a los observados en la esquizofrenia.
Incluso, la psicosis inducida por estos anestésicos disociativos es difícil de
distinguir clínicamente de la psicosis primaria de la enfermedad.26
Por otra parte, dichos fármacos
empeoran todo el espectro de síntomas en los pacientes con esquizofrenia a
diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, con las anfetaminas, las cuales
exacerban principalmente los síntomas positivos.
Asimismo, en los modelos animales con
roedores y primates no humanos (ratas C57B6 y Sprague-Dawley, y monos Rhesus,
adultos macho), la aplicación de antagonistas NMDA (como fenciclidina a dosis
de 1-10 mg/kg, ketamina en infusión intravenosa a dosis de 3-10 mg/kg/h o
MK-801 a dosis de 0.3-3.0 mg/kg) induce conductas similares a las de la
enfermedad, como locomoción incrementada, movimientos repetitivos anormales y
déficits sociales y cognitivos.22
En estudios post mortem han sido
encontradas alteraciones en la densidad y en la composición de las subunidades
de los receptores glutamatérgicos en la corteza prefrontal, el tálamo y el
lóbulo temporal. En ese marco, también han sido descritas alteraciones a nivel
del sistema GABAérgico, principal neurotransmisor inhibidor del SNC, que
originarían un desbalance entre la excitación e inhibición en la corteza
cerebral.20 El propio glutamato funge como precursor de la síntesis de
GABA por medio de una reacción mediada por las enzimas GAD65 y GAD67.
Además, estudios post mortem,
principal fuente de evidencia con respecto a alteraciones en el sistema
GABAérgico en la esquizofrenia, muestran de forma consistente una reducción en
el ARN mensajero que codifica GAD67 en las cortezas prefrontal dorsolateral,
cingulada anterior, motora y visual, y el hipocampo. Por tanto, hay una
disminución en la producción de esa proteína en el trastorno.20,27
Interneuronas GABAérgicas específicas
han sido involucradas en la maduración apropiada de los circuitos neuronales y
en las oscilaciones neurales implicadas en la memoria, la percepción y la
conciencia, como es el caso de las interneuronas que expresan parvalbúmina (por
ejemplo, las células en candelabro).27,28 De igual forma,
ha sido considerada la posible implicación del sistema serotoninérgico al tomar
en cuenta, por un lado, el papel de los receptores de serotonina en el
procesamiento emocional y en la regulación del afecto.
Por otro lado, los efectos y
alteraciones en la percepción y cognición que desencadenan la dietilamida de
ácido lisérgico (LSD a dosis de 0.75-1.5 mcg/kg) y la psilocibina (dosis de
0.25 mg/kg), drogas psicodélicas con alta afinidad por los receptores 5-HT, en
específico el 5-HT2A.29 Además de este
último, otros subtipos de receptores serotoninérgicos, como el 5-HT1A
y el 5-HT2C, tienen un papel relevante en las disfunciones
cognitivas y motivacionales que se presentan en algunos trastornos afectivos y
psicóticos.30
La acción en el sistema serotoninérgico
(el antagonismo del receptor 5-HT2A) también es un mecanismo de
acción importante en los antipsicóticos de segunda generación, como la olanzapina,
la risperidona y la clozapina.29 Junto con la ya
mencionada baja afinidad D2, la clozapina tiene otros mecanismos de
acción que la diferencian del resto de fármacos con propiedades antipsicóticas
y que quizá subyacen su particular efectividad en el tratamiento de pacientes
con esquizofrenia resistente.
Algunos estudios han mostrado mejoría
en la cognición de los pacientes que son tratados con este medicamento, su
perfil único podría deberse a su potente acción a nivel de los receptores
muscarínicos. Cabe destacar que su principal metabolito, la
N-desmetilclozapina, es un fuerte agonista parcial de los receptores M1.31 Esto, en conjunto con los efectos antipsicóticos observados
de la xanomelina, agonista de los receptores M1 y M4,
generó interés en el sistema colinérgico como un posible objetivo terapéutico
en el manejo antipsicótico32 y de los síntomas negativos y cognitivos de la
esquizofrenia.
4. El sistema colinérgico y receptores muscarínicos
La acetilcolina es
uno de los principales neurotransmisores del sistema nervioso autónomo y del
SNC. Se sintetiza a partir de la colina, por medio de la enzima colinoacetilasa,
y se degrada a través de la colinesterasa.33 Una vez generada,
se almacena en vesículas en las interneuronas y neuronas de proyección
colinérgicas34 que surgen de los núcleos
pedunculopontino y tegmental laterodorsal del tronco encefálico, y basal
prosencefálico.35
A
nivel del SNC, la acetilcolina funge como un modulador de la actividad
neuronal, altera la excitabilidad de las neuronas y la liberación de otros
neurotransmisores (como glutamato y GABA),36 además de que
influye en los patrones de descarga neuronal ante varios factores ambientales
(por ejemplo la exposición a nicotina)35 y en la
plasticidad sináptica.34 Con base en lo anterior, ha sido
involucrado en diversas funciones mentales que abarcan la atención, el
aprendizaje, la memoria, la percepción, la cognición y la motivación, entre
otras.34,35
Sus
acciones están mediadas por su unión a nivel de dos tipos de receptores, los
nicotínicos y los muscarínicos (mAChRs, por sus siglas en inglés). A su vez, la
familia de receptores muscarínicos está formada por cinco subtipos (de M1-M5)
que forman parte de la superfamilia de los receptores acoplados a proteínas G.
En este sentido, los receptores M1, M3 y M5 se
unen selectivamente a las proteínas Gq que activan a la fosfolipasa
C, y los receptores M2 y M4 hacen lo propio con las
proteínas Gi/o, las cuales inhiben la actividad de la adenilciclasa.37,38
Dicha
interacción con los subtipos de proteínas G resulta, a su vez, en procesos que
implican la liberación o la reducción de segundos mensajeros: en el caso de los
M1, M3 y M5 hay liberación de inositol
1,4,5-trifosfato (IP3) y aumento del calcio intracelular (Ca2+);
con los M2 y M4 se reduce el monofosfato de adenosina
cíclico (cAMP).31 De esta forma, la activación del
primer trío de receptores conlleva a la excitación neuronal y, la segunda a la
inhibición de la célula.39
A
nivel estructural, estos receptores están conformados por siete dominios
transmembrana helicoidales. Cerca de la zona medial de dichos dominios se
encuentra el sitio ortostérico, al que se une la acetilcolina, altamente
conservado entre los diferentes tipos de receptores (Figura 1). En contraste,
está menos conservado el sitio alostérico, en el que se une un ligando que
produce cambios conformacionales en el receptor y, por tanto, puede incrementar
o disminuir la afinidad del sitio ortostérico al agonista endógeno,
convirtiéndolo en un objetivo para el desarrollo de fármacos.40,41
Con
base en lo anterior, existen los moduladores alostéricos categorizados en tres
tipos según el cambio en la afinidad del sitio ortostérico que inducen: 1) los moduladores
alostéricos positivos (PAMs, por sus siglas en inglés) incrementan la afinidad
al ligando endógeno; 2) los moduladores alostéricos negativos (NAMs, por sus
siglas en inglés) la disminuyen, y 3) los moduladores alostéricos neutros no
tienen efecto con respecto a la afinidad.42,43
En
términos de distribución, los cinco tipos de receptores se expresan
predominantemente en la corteza cerebral, particularmente en las cortezas
temporal y occipital, y en estructuras subcorticales.44,45 No obstante, los
niveles varían para cada tipo específico de receptor: los M1 y M4
son los más abundantes en el SNC, los M2 y M3 lo son a
nivel periférico, y los M5 se expresan más en algunas regiones del
mesencéfalo.31
El
receptor M1, frente a su reducida densidad talámica y rombencefálica,
predomina en la corteza, el hipocampo y el cuerpo estriado;46 representa del
30-60 % del total de los receptores muscarínicos en el neocórtex, por lo que es
el más abundante.47 Es principalmente postsináp-tico y
modula sinapsis excitatorias,31 además de que está
involucrado en la regulación de la neurotransmisión glutamatérgica.34
En
este sentido, a nivel de los procesos moleculares, al menos desde el aumento
del Ca2+ intracelular, el receptor M1 se relaciona con el
NMDA, lo que potencia la señalización glutamatérgica en el hipocampo y el
prosencéfalo.40,48 Además, su
activación aumenta la excitabilidad de las interneuronas GABAérgicas y de las
neuronas piramidales.35 El M2 es principalmente
presináptico, en las neuronas colinérgicas, y actúa como autoreceptor,
regulando la liberación de acetilcolina.40 Sin embargo,
también es postsináptico en sinapsis excitatorias; hasta un tercio de las
neuronas GABAérgicas corticales expresan este receptor.49 Se localiza en los
sitios donde impera el M1, aunque abunda todavía más en el tálamo y
el tronco encefálico.46 Es, de hecho, el subtipo más
abundante en el tálamo y también en el cerebelo, aunque esa es un área con
bajos niveles de receptores muscarínicos.50
Figura 1 Representación de los receptores muscarínicos con la
identificación de los sitios ortostérico y alostérico. El primero es un
sitio altamente conservado entre los diferentes tipos de receptores y su
ligando endógeno es la acetilcolina, que genera una unión breve, pues el
complejo se disocia rápidamente, aunque el neurotransmisor persiste en el
medio y el complejo puede volverse a formar.41 La falta de selectividad limita el estudio de ligandos por los
efectos secundarios que ocasiona la activación periférica de los
receptores. El segundo es un sitio topográficamente distinto,43 menos conservado. Sus ligandos
promueven cambios conformaciones en el receptor, que pueden generar desde
pequeñas modificaciones hasta alteraciones significativas en las
propiedades de unión de los ligandos del sitio ortostérico.44 Los receptores M1, M3
y M5 son excitatorios al unirse principalmente a la subunidad
alfa de la proteína Gq, lo que conduce a la estimulación de la fosfolipasa C (PLC), liberación de inositol 1,4,5-trifosfato (IP3)
y aumento del calcio intracelular (Ca2+). Los M2 y M4
son inhibitorios al unirse a la subunidad alfa de la proteína Gi/o,
modular negativamente la adenilciclasa (AC) y reducir el monofosfato de
adenosina cíclico (cAMP) citoplasmático31 (imagen generada en Inkscape a partir de ilustraciones de Servier
Medical Art, liberadas bajo licencia CC BY 4.0).
El mismo patrón de distribución del M1 sigue el M3, aunque a niveles más reducidos.31 En contraste, es el subtipo más abundante a nivel periférico, en órganos como corazón, pulmón, intestino, páncreas y vesícula biliar. Por su parte, el M4, al igual que el M2, se expresa de forma presináptica y postsináptica. En el primer caso, se presenta en las proyecciones colinérgicas (autoreceptor que regula la secreción de acetilcolina), las interneuronas glutamatérgicas (modula la señalización del glutamato) y en las neuronas GABAérgicas estriatales de proyección (modificando la señalización GABAérgica).40 Adicionalmente es un heteroreceptor en los ganglios basales, el sistema límbico, el hipocampo y la corteza,31 también en terminales glutamatérgicas.51
La
asociación del receptor M4 con los receptores dopaminérgicos en el
cuerpo estriado ha permitido hipotetizar que este subtipo estaría implicado en
el mecanismo por el que la acetilcolina regula la transmisión dopaminérgica en
dicha área anatómica y en el núcleo accumbens.49 Después del M1
es el subtipo más común en el neocórtex, representando alrededor del 20 % del
total de los receptores muscarínicos en esta estructura;47 también es el
receptor más abundante en el cuerpo estriado, el núcleo caudado y el putamen.34 Su expresión es
más moderada en la corteza y el tálamo, y todavía más reducida en el hipocampo.35
Finalmente,
el M5 tiene una distribución más limitada, fundamentalmente en las
neuronas dopaminérgicas del mesencéfalo,31 específicamente en
el área tegmental ventral y la sustancia negra,42 representando un 2
% del total de los receptores muscarínicos. Dada su localización junto con los
receptores dopaminérgicos D2, se ha especulado en torno a su
potencial acción reguladora de la liberación de dopamina.51
5. El papel del sistema colinérgico en la esquizofrenia
Estudios post
mortem e in vivo han evidenciado la existencia de alteraciones en el
sistema colinérgico en los trastornos psicóticos, que involucran cambios
estructurales y en la disponibilidad de los receptores de acetilcolina.39 En este sentido,
el uso de ratones knockout específicos para los subtipos de receptores
muscarínicos y los estudios con ligandos selectivos y no selectivos de los
mAChRs (particularmente de los M1 y M4) han ayudado a
caracterizar a cada uno de los receptores y extender el conocimiento de su
implicación en diversas enfermedades específicas, entre ellas la esquizofrenia
y la enfermedad de Alzheimer.40
Un
estudio con tomografía computarizada por emisión de fotón único que empleó el
radioligando 123I-Iododexetimida (123I-IDEX) en treinta
pacientes (veinte hombres y diez mujeres, con edad promedio de 28 años) con
trastornos psicóticos sin tratamiento farmacológico y a partir de la valoración
con varias pruebas neuropsicológicas computarizadas y con la Escala de los
Síndromes Positivo y Negativo (PANSS), encontró que un potencial de unión menor
del receptor M1 en la corteza prefrontal dorsolateral se asoció con
una mayor gravedad de los síntomas negativos (p=0.01, r= -0.42, R2=0.17).
También
arrojó una relación significativa entre dicha unión menor y peor desempeño en
aprendizaje verbal y capacidad de memoria al corregir para múltiples
comparaciones entre dominios cognitivos (p=0.01, r=0.47, R2=0.22).52 Otros trazadores
radiactivos han sido relevantes en el estudio de los receptores muscarínicos,
como el iodobencilato de 3-quinuclidinilo marcado con I-123 (123I-IQNB)53 o la [3H]pirenzepina.
Este último radioligando es un antagonista ortostérico preferente de los
receptores M1 y ha permitido la identificación de un subgrupo
específico de pacientes con esquizofrenia con una generalizada y masiva
disminución en la densidad de los mAChRs en el SNC, definidos dentro de lo que
se denominó esquizofrenia con déficit de receptores muscarínicos (MDRS, por sus
siglas en inglés).40,54
Este
fue el término establecido por investigadores que en un estudio con tejido
cerebral de 80 individuos con esquizofrenia y 74 controles sanos encontraron
que en la estimación de densidad de Kernel, la cohorte con la enfermedad
mostraba dos subgrupos: uno que abarcaba el 26 % de la muestra, tenía una
disminución del 74 % en la unión de [3H]pirenzepina al receptor M1
en el área 9 de Brodmann.55 Se observaron
reducciones específicas de la unión de los receptores al radioligando,
particularmente de los M1 y M4 en la corteza prefrontal,
el cingulado anterior, el cuerpo estriado, el giro temporal superior y el hipocampo.
Las disminuciones más profundas y generalizadas de los M1 serían en
regiones corticales y el cuerpo estriado, sitio donde también habría grandes
decrementos de los M2 y M4. En lo que podría ser una
respuesta compensatoria, los M1 restantes mostraban una mayor
eficiencia de unión a proteínas G.46,47
En
resumen, los estudios post mortem han mostrado que los pacientes con
esquizofrenia tienen una disminución en la densidad de receptores M1
y M4 en la corteza prefrontal (por ejemplo, en las áreas 9 y 46 de
Brodmann), el cuerpo estriado, el putamen, la corteza cingulada anterior, el
núcleo caudado y el hipocampo.31,34,56 Por otra parte, la
disponibilidad de receptores muscarínicos en la corteza frontal y el cuerpo
estriado se ha asociado negativamente con los síntomas positivos.47
Existe,
en efecto, una correlación negativa específica de acuerdo con la región entre
la disponibilidad de los mAChRs y los síntomas de la enfermedad.57 De igual forma, se
han identificado polimorfismos de los receptores muscarínicos en pacientes con
esquizofrenia;58 en particular, dos polimorfismos de
nucleótido único del gen para el M4 humano, el CHRM4, se
vincularon con un riesgo incrementado de la enfermedad.40 No obstante,
también se han reconocido polimorfismos para el gen del receptor M1
(CHRM1); las variaciones de ambos subtipos de receptores parecerían ser
específicas de la esquizofrenia y se ha hipotetizado que podrían representar
fenotipos distinguibles dentro del síndrome.59 Otro hallazgo han
sido los niveles séricos elevados, en comparación con controles, de anticuerpos
contra el M1 en individuos con la enfermedad; sin embargo, la
evidencia aún es escasa.54
La
potencial implicación del sistema colinérgico en la fisiopatología de la
esquizofrenia también se ha reforzado al observar los efectos que ocasiona el
uso de antagonistas muscarínicos no selectivos. En pacientes con la enfermedad,
dicho uso para el manejo de los síntomas motores extrapiramidales exacerba los
síntomas positivos; en individuos sanos, pueden ocasionar manifestaciones
similares a las de la enfermedad, como alucinaciones o disfunciones cognitivas.
Un ejemplo es la escopolamina, que ocasiona el denominado «síndrome
antimuscarínico».40,54,57
Se
ha tratado de explicar la implicación de la acetilcolina en la enfermedad de
dos formas: como una hiperactivación del núcleo pedunculopontino laterodorsal
tegmental o por un desbalance de ese sistema con el dopaminérgico. Este último
planteamiento está respaldado en la exacerbación de síntomas psicóticos que
ocasiona el metilfenidato (estudios con dosis de 0.5 mg/kg) y la reversión de
ese estado con fisostigmina, inhibidor de la acetilcolinesterasa.59
Junto
con los efectos de los fármacos antipsicóticos actuales, en un intento por
dilucidar ese potencial papel de los mAChRs también se han usado los
mencionados ratones knockout. Esos estudios han propuesto que los M1
están involucrados en aprendizaje y memoria, mientras que los M4 se
relacionan con la regulación de la dopamina. En este sentido, los ratones M1−/−
presentan disfunciones cognitivas y mayor formación de amiloide, mientras que
los M4−/− tienen alteraciones en la señalización
dopaminérgica mesolímbica.
Se
observa un fenotipo hiperlocomotor y abolición del efecto antipsicótico de la
xanomelina cuando los ratones tienen inactivados los receptores M4,
específicamente en neuronas espinosas medianas que expresan receptores D1.13,40 Asimismo, en los
ratones deficientes en receptores M1 se registran síntomas
psicóticos por un incremento dopaminérgico en el núcleo accumbens, lo que
parecería respaldar el planteamiento de que los agonistas muscarínicos
funcionan, en última instancia, influyendo en la liberación de dopamina.54
La
deleción de los M1 también genera disfunciones en la potenciación a
largo plazo en respuesta a la estimulación theta-burst en el hipocampo y
déficits en la consolidación con el tiempo durante el miedo condicionado al
contexto, así como en el uso de estrategias «win-shift» y en la
discriminación condicional.51 De igual forma, el
miedo condicionado se ve ampliamente alterado en ratones M4−/−
que también presentan alteraciones en su conducta social, como optar por
contactos breves con el resto de los ratones.
Los
déficits cognitivos (memoria de trabajo, memoria espacial y flexibilidad
conductual) también se vieron en los ratones M2−/−,
aunque se logró normalizar el comportamiento con más entrenamiento. Los ratones
deficientes en receptores M1, M2, M4, y M2
y M4 no muestran alteraciones en la expresión del resto de subtipos.
El grupo de la Universidad de Toronto (Yeomans) sí observó sobreexpresión de D2
ante la deleción del M5, modificación no replicada en el conjunto de
los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (Wess).36
Por
tanto, los receptores muscarínicos parecen ser fundamentales en la regulación
de funciones cognitivas, como el aprendizaje (como el discriminativo), la
memoria (como la de trabajo) y la atención (como la visual).59 Es de especial
relevancia considerando que un déficit muscarínico podría subyacer, por
ejemplo, fenómenos como la disminución observada en el potencial de disparidad
identificado en pacientes con esquizofrenia, en comparación con controles
sanos, que es particularmente marcado en un subgrupo con déficits cognitivos y
disfunción social importantes.54
6. Los receptores muscarínicos como objetivo farmacológico
Independientemente
del perfil de acción diverso a nivel de varios tipos de receptores, los
actuales fármacos antipsicóticos tienen la propiedad en común del bloqueo de
los receptores D2 (requiriendo una ventana de entre el 65-75 % de
bloqueo para alcanzar el umbral antipsicótico). Sin embargo, alrededor de 20 %
de pacientes con esquizofrenia nunca mostrará una respuesta a dicho tratamiento60 debido a que los
fármacos se asocian con variaciones interindividuales en los perfiles de
eficacia y efectos secundarios.1
Por
ello, el desarrollo de antipsicóticos que apunten específicamente a otros
receptores no sólo permitiría probar las hipótesis que involucran otros
neurotransmisores (como acetilcolina, serotonina y glutamato) en la
neurobiología de la esquizofrenia, sino que también ayudaría al establecimiento
de un manejo más personalizado y de mejor pronóstico para los pacientes.61 En el caso de la
acetilcolina se habla de potenciales antipsicóticos procolinérgicos, que serían
una nueva clase de antipsicóticos.54
No
obstante, han existido varias dificultades en el desarrollo de estos
medicamentos. La mencionada conservación del sitio ortostérico de los mAChRs ha
entorpecido el desarrollo de ligandos específicos, dado que hay limitaciones
por la activación periférica40 que ocasiona
respuestas que emulan la estimulación del sistema nervioso parasimpático
(salivación, sudoración, micción, incremento de motilidad y secreción
gástricas).58 En este sentido, pareciera que es
necesario evitar los M2 y M3 para prevenir dichos efectos
secundarios periféricos.13
Una
actividad agonista o potencialmente la modulación alostérica de los M1
se ha propuesto para mejoría de la cognición. El agonismo M4 también
se ha visto que ocasiona un refuerzo cognitivo y efectos antipsicóticos en
modelos animales de la enfermedad.13,57 En este marco, el
enfoque en el sitio alostérico sí ha permitido el descubrimiento de ligandos
más específicos.40 En la actualidad, no hay fármacos
antipsicóticos que se conozca actúen como agonistas muscarínicos.62
Adicionalmente,
los medicamentos antipsicóticos existentes frecuentemente presentan también
efectos anticolinérgicos, lo que se denomina «carga anticolinérgica», que se ha
correlacionado con disfunciones cognitivas en los individuos con la enfermedad.39 Lo anterior se
puede ejemplificar con el haloperidol que, junto con su antagonismo
dopaminérgico, inhibe los M2 aunque con afinidad no muy alta, y la
clozapina que tiene una alta afinidad con efectos alostéricos positivos en M1,
pero antagonistas en el resto.63
En
efecto, múltiples antipsicóticos típicos y atípicos tienen propiedades
anticolinérgicas, además del riesgo de ocasionar síntomas extrapiramidales que,
a su vez, se tratan con medicamentos anticolinérgicos.64 En este sentido,
datos preliminares de estudios con biperideno apuntan a que el antagonismo M1
ocasiona disfunciones leves a moderadas en procesos de aprendizaje (como el
asociativo) y memoria (como la visual) en pacientes con trastornos psicóticos
primarios.57
En
contraste, estudios abiertos sugirieron que el uso de inhibidores de la
acetilcolinesterasa empleados para la enfermedad de Alzheimer, como el
donepezilo (5-10 mg/día) y la galantamina (16-32 mg/día), podrían paliar la
disfunción cognitiva y los síntomas psicóticos en la esquizofrenia.59 No obstante, pese
a los datos positivos de los estudios abiertos, los ensayos clínicos
aleatorizados y controlados con placebo han fracasado.65
El
uso de la acetilcolina en la esquizofrenia se describió en la primera mitad del
siglo XX, al tiempo que se identificó el potencial de los fármacos
procolinérgicos con acceso al SNC de inducir psicosis. Dicha contradicción
sugirió que era necesaria cierta estimulación, mas no excesiva, del sistema
colinérgico.65
Desde
1957, surgió la evidencia de los receptores muscarínicos como objetivo
específico para los síntomas de la esquizofrenia cuando se describieron los
efectos antipsicóticos, en modelos animales (condicionamiento de evitación en
ratas), y la inducción de periodos «lúcidos» en pacientes con esquizofrenia, de
la arecolina (2 mg/kg subcutáneos), un agonista muscarínico natural.31 No obstante, la
introducción exitosa de las fenotiazidas y el surgimiento de la teoría
dopaminérgica eclipsó el interés por la acetilcolina en la esquizofrenia.65
De
igual forma, la evidencia de la arecolina se ignoró porque se pensaba que era
imprescindible el antagonismo D2 para el efecto antipsicótico. Ya
caracterizados los cinco subtipos de mAChRs, los esfuerzos se concentraron en
los receptores postsinápticos M1;58 históricamente, el
enfoque principal ha sido el sitio ortostérico.66 Pese a que varios
agonistas no selectivos llegaron a etapas avanzadas de desarrollo, la poca
tolerabilidad impidió llegar a dosis elevadas.58
Por
otra parte, se ha propuesto que un agonismo combinado en M1 y M4
podría ser más eficaz particularmente considerando la existencia del MDRS.57 El M4
es especialmente relevante dado que agonistas de ese receptor podrían inhibir
la secreción dopaminérgica con una selectividad desconocida para los actuales
antipsicóticos.13,64 La capacidad de
los M4 para una inhibición selectiva reside en un mecanismo que
implica las neuronas espinosas de proyección de la vía directa del cuerpo
estriado y la liberación local de endocannabinoides (2-araquidonilglicerol),
que se unen a los receptores CB2 y que limitarían la señalización dopaminérgica
exclusivamente en el prosencéfalo límbico.66,67
6.1 La xanomelina como
prueba de concepto
Una sustancia
derivada de la arecolina ha generado particular interés por sus efectos
observados en ensayos clínicos en pacientes con esquizofrenia: la xanomelina.
Inicialmente, se utilizó en un estudio doble ciego, controlado con placebo, en
diecisiete sitios y con 343 pacientes con enfermedad de Alzheimer, por seis
meses. Los resultados mostraron una mejoría dependiente de dosis (225 mg), en
la función cognitiva valorada con la Escala para la Evaluación de la Enfermedad
de Alzheimer (ADAS). No obstante, inesperadamente también se observaron efectos
antipsicóticos rápidos e igualmente dependientes de dosis.31,65
Junto
con la disminución en los síntomas psicóticos (delirios y alucinaciones) se
mostró mejoría en exabruptos vocales y otras alteraciones conductuales, como
suspicacia y agitación psicomotriz, en el conjunto de pacientes.68 Posteriormente, en
estudios con pacientes con esquizofrenia se confirmaron los efectos, quizá por
la modulación dopaminérgica independiente de los D2. No obstante, el
desarrollo del fármaco se vio impedido por los efectos secundarios periféricos
colinérgicos,31 congruentes con la clásica
toxicidad colinérgica por acción en M2 y M3.62
Dicha
situación perduró al menos hasta que una nueva formulación añadió el cloruro de
trospio, un antagonista muscarínico no selectivo sin capacidad para entrar al
SNC, que resultó, en ensayos con voluntarios sanos, en una reducción del 50 %
de los efectos secundarios colinérgicos.65 Por sí sola, la
eficacia clínica de la xanomelina es una prueba de concepto de los mAChRs como
objetivo terapéutico en la esquizofrenia.62
El
perfil descrito de afinidad de la xanomelina, con base en los valores pKi (a
mayor número, mayor afinidad) varía de 6.7-7.9 para los cinco subtipos de
receptores (M1 6.7-7.9, M2 6.9-7.4, M3
7.2-7.4, M4 7.4-7.7 y M5 6.7-7.4), además de fungir como
modulador alostérico del M1 (valor pKi 7.8 ± 0.1). En comparación,
los valores para la arecolina varían de 5.2-5.7 para los M1 a M4.
Adicionalmente,
la xanomelina muestra afinidad (pKi > 6) para múltiples receptores de serotonina
(5-HT1A, 5-HT1B, 5-HT1D, 5-HT1F,
5-HT2A, 5-HT2B, 5-HT2C y 5-HT7).63 Por lo anterior,
se le considera un agonista ortostérico preferente de los receptores M1
y M4.62 Después de los muscarínicos, la
segunda mayor afinidad de la xanomelina es de los 5-HT1 y 5-HT2.
Cabe destacar que las pruebas con análogos estructuralmente relacionados de la
xanomelina, como la alvamelina (100-225 mg) o la milamelina (0.002-4 mg), no
han tenido resultados positivos por los efectos secundarios.69
Parece
que la xanomelina incrementa la liberación dopaminérgica en la corteza
prefrontal medial, donde regularmente está disminuida en pacientes con
esquizofrenia, al tiempo que la disminuye en el mesencéfalo, particularmente en
el área tegmental ventral.64 Se han publicado
los resultados de tres ensayos clínicos de la combinación xanomelina-cloruro de
trospio en pacientes con esquizofrenia, denominados EMERGENT por la empresa que
la desarrolló.
El
EMERGENT-1 fue un estudio fase 2, doble ciego, aleatorizado, controlado con
placebo, con cinco semanas de duración, en doce sitios de Estados Unidos y con
182 participantes (145 completaron el estudio; la mayoría de los que no lo
terminaron fue por retiro del consentimiento, 28). El grupo aleatorizado a
xanomelina-trospio tuvo una disminución de -17.4 puntos del puntaje basal en
PANSS a las cinco semanas en comparación con los -5.9 puntos del grupo de
placebo (diferencia de las medias de mínimos cuadrados -11.6 puntos; 95 % IC,
-16.1 a -7.1; p < 0.001).
Por
su parte, se registraron efectos adversos en el 54 % del grupo con el fármaco y
43 % en el de placebo; los más frecuentes de la primera cohorte fueron
constipación (17 %), náuseas (17 %), boca seca (9 %), dispepsia (9 %) y vómito
(9 %), todos considerados de leves a moderados por los investigadores.70
Un
análisis post hoc mostró que la combinación de medicamentos resultó en
un incremento de más de dos veces en la incidencia de los efectos secundarios
colinérgicos náuseas (16.9 % contra 4.4 % en el de placebo) y vómito (9.0 %
contra 4.4 %), y de los efectos anticolinérgicos constipación (16.9 % contra
3.3 %) y boca seca (9.0 % contra 1.1 %).
La
incidencia de somnolencia o sedación fue de 7.9 % en el grupo de
xanomelina-trospio y de 6.7 % en el de placebo; no hubo cambios significativos
o clínicamente relevantes con respecto a los signos vitales (presión arterial y
frecuencia cardíaca), mientras que dos pacientes de la cohorte con los fármacos
y cinco en la de placebo tuvieron un aumento superior al 7 % en el peso corporal.71
El
EMERGENT-2 fue un estudio fase 3, doble ciego, aleatorizado, controlado con
placebo, de dosis flexible, con cinco semanas de duración, en veintidós sitios
de Estados Unidos y con 252 participantes. El cambio a las cinco semanas del
puntaje de PANSS favoreció al grupo de xanomelina-trospio (-21.2 puntos; error
estándar 1.7) frente al de placebo (-11.6 puntos; error estándar 1.6)
(diferencia de las medias de mínimos cuadrados -9.6 puntos; 95 % IC, -13.9 a
-5.2; p < 0.0001, d de Cohen 0.61).
También
confirmó que los principales efectos secundarios presentados eran constipación,
dispepsia, náuseas, vómito, además de identificar cefalea e hipertensión (10 %
en la cohorte con los medicamentos y 1 % en la de placebo). Por su parte, no
hubo presencia de síntomas extrapiramidales (como acatisia o rigidez), la
ganancia de peso se observó sólo en el placebo, y la somnolencia fue similar en
ambos grupos (5 % contra 4 %).72
Finalmente,
el EMERGENT-3 fue un estudio fase 3, doble ciego, aleatorizado, controlado con
placebo, con cinco semanas de duración, en dieciocho sitios de Estados Unidos y
doce de Ucrania, con 256 participantes (172 completaron el estudio; 57 de los
que no lo terminaron fue por retiro del consentimiento), encontró que la
combinación xanomelina-trospio se asoció con una mayor reducción,
estadísticamente significativa, de -8.4 puntos en el puntaje PANSS a las cinco
semanas en comparación con placebo (95 % IC, −12.4 a −4.3; p < 0.001; d de
Cohen 0.60).
El
perfil de efectos secundarios continuó mostrando la presencia de náuseas,
dispepsia, vómito, constipación, hipertensión y diarrea, la mayoría de leves a
moderados y transitorios en su naturaleza. La variable principal fue el puntaje
PANSS total al final de las cinco semanas en comparación con el basal. Sin
embargo, la diferencia estadísticamente significativa se observó desde las
primeras dos semanas; el tamaño del efecto observado con base en dicha variable
principal fue de 0.60 para el EMERGENT-3, 0.61 para el EMERGENT-2 y 0.75 para
el EMERGENT-1.73
En
suma, la combinación de xanomelina-trospio ha mostrado una mejoría
estadísticamente significativa al compararla con placebo en la disminución del
puntaje de PANSS, así como una mejor tolerancia en comparación con la
xanomelina sola y un perfil de efectos secundarios diferente al de los
antipsicóticos actuales, sin presencia de somnolencia, aumento de peso o
síntomas extrapiramidales, como distonías o temblor. Pese a los resultados
iniciales positivos, ha existido una falta de comparaciones directas con
fármacos antipsicóticos actuales, además de que las muestras y periodos de
estudio han sido muy limitados.
En
este sentido, el EMERGENT-4 (estudio de extensión abierto, de 53 semanas, en
sitios de Estados Unidos y Ucrania, con 156 participantes, de ambos sexos, de
18 a 65 años), ya completado, aunque con resultados aún no publicados, valorará
la seguridad y tolerabilidad a largo plazo de algunos participantes de las dos
pruebas previas.73,74 Tolerabilidad,
seguridad y eficacia a largo plazo se valorará con el EMERGENT-5, actualmente
en curso, un ensayo abierto de 56 semanas en sitios de Estados Unidos y con un
estimado de 568 participantes (de ambos sexos, de 18 a 65 años).75
Existen,
entre otros, algunos estudios en reclutamiento como el ARISE, de fase 3, doble
ciego, aleatorizado, de seis semanas de duración, en sitios de Estados Unidos,
Bulgaria y Serbia para estudiar la combinación xanomelina-trospio como
coadyuvante en pacientes con esquizofrenia y respuesta inadecuada a su
tratamiento antipsicótico atípico en una población objetivo de 400 personas (de
ambos sexos, de 18 a 59 años).76
O
el UNITE-001, de fase 3, doble ciego, aleatorizado, controlado con placebo, con
cinco semanas, seguido de un estudio de extensión abierto de doce semanas en
varios sitios de China para determinar la eficacia y seguridad de la
combinación de fármacos en pacientes adultos con esquizofrenia, hospitalizados
y con psicosis aguda en una población objetivo de 158 personas (de ambos sexos,
de 18 a 65 años).77
6.2 La emraclidina y los
moduladores alostéricos
Por su parte, como
su nombre lo señala, los moduladores alostéricos se enfocan en el sitio
alostérico, lo que da pie a patrones de respuesta más fisiológicos.44 Tienen la
capacidad de mantener una señalización temporal, lo que les da una ventaja
frente a los agentes ortostéricos cuya activación del receptor es persistente y
completa.31 Como se ha mencionado, la acción
alostérica reside en la modulación de la actividad de los ligandos
ortostéricos.63 Dichos mecanismos están gobernados
por factores de afinidad y cooperatividad en un fenómeno que se ha denominado
«selectividad de subtipo absoluta».
Ambos
elementos confieren un límite superior establecido en la magnitud del efecto
que pueden producir.59,78 Ciertamente, sus
efectos son saturables y, por tanto, no hay actividad adicional al superar
cierta dosis. Además, presentan otro fenómeno que es la dependencia de la
sonda, es decir, la magnitud y dirección del efecto alostérico varía
dependiendo de los ligandos ortostéricos usados para sondear la función del
receptor («sonda» ortostérica). Por ejemplo, LY2033298 es un PAM del M2
cuando se usa como sonda la oxotremorina-M (0.01 mg·kg−1, disuelta
en solución salina), pero NAM cuando se usa la xanomelina.44 Un tipo particular
de moduladores alostéricos, los agonistas alostéricos, serían capaces por sí
mismos de inducir la activación del receptor.78 En modelos
preclínicos, los PAMs de los receptores M4 mejoran la función de las
redes de atención (como la asociativa) y memoria (como la de trabajo); quizá
bajo sus efectos procognitivos subyace la reducción de la actividad de las
neuronas piramidales CA1.31
También
parece que reducen la liberación dopaminérgica estriatal por señalización
endocannabinoide movilizada localmente, lo que impediría que en otras regiones,
como la corteza prefrontal o el hipocampo, se viera alterada la liberación de
dopamina.62 Como prueba de concepto, la modulación
alostérica positiva de la acetilcolina se presentó en la década de 1990. A
inicios del siglo siguiente se desarrollaron los primeros PAMs con actividad
fisiológica activa.42
El
primer PAM de los M4 descrito fue el tiocromo (dosis de 0.1 mM),
metabolito de la tiamina, empero, el primero altamente selectivo y que podía
administrarse in vivo fue el LY2033298, aunque con efectos limitados a
potenciar dosis subterapéuticas de la oxotremorina.40 En el caso del
BQCA, PAM de los M1, su acción se mide por medio de los efectos que
tiene de incrementar la habilidad de desplazar la [3H]N-Metilescopolamina
(dosis de 0.4 nM) de ese subtipo de receptor, acción que se ha registrado
disminuida en los pacientes con MDRS.79
Ese
fue el primer PAM M1 selectivo y se observó que indujo un incremento
de 129 veces la potencia de unión de la acetilcolina al receptor.68 Sin embargo, han
existido dificultades en el desarrollo de los moduladores alostéricos. Por
ejemplo, el PAM M4 VU0467154 mostró ser 35 veces menos potente en
los mAChRs humanos que en los roedores.40
Cabe
destacar que los residuos de aminoácidos de los sitios alostéricos pueden
cambiar el comportamiento alostérico de las enzimas entre especies, lo que
explica la diferencia de los efectos entre los modelos animales y humanos por
falta de cooperatividad o limitaciones farmacocinéticas.59 En otros casos,
como en el AC-42, su poca selectividad y acción en varios sistemas de
neurotransmisores (dopaminérgico y serotoninérgico) condujeron a su fracaso,
pero demostraron la necesidad de la mencionada selectividad y reforzaron la
atención en el sitio alostérico.43
Un
análogo de la AC-42, la AC-260584, mostró eficacia en ratas macho, pero se
confundió por sus efectos no selectivos a nivel de receptores dopaminérgicos,
adrenérgicos y serotoninérgicos.68 Particular
relevancia ha tenido la emraclidina, un modulador alostérico positivo altamente
selectivo de los receptores M4.
Un
estudio de dos partes, fase 1b, en Estados Unidos evaluó en su primera parte la
seguridad y tolerabilidad de diferentes dosis del fármaco en pacientes con
esquizofrenia, seguido de una segunda parte, un estudio aleatorizado, doble
ciego, controlado con placebo, en pacientes con esquizofrenia exacerbada para
valorar seguridad, tolerabilidad, farmacocinética y farmacodinámica de dos
dosis (20 mg, dos veces al día o 30 mg, una vez al día). 81 pacientes se
aleatorizaron a uno de tres grupos (placebo; 30 mg diarios de emraclidina o 20
mg dos veces al día de emraclidina); en cada uno, 21 completaron el estudio (63
en total).
La
mayoría de los que no completaron fue por retiro del consentimiento (12). En
las tres cohortes, entre el 52-57 % de los participantes presentó efectos
adversos, la mayoría de leves a moderados. El más común en los grupos del
fármaco fue cefalea. La segunda parte incluyó variables que incluían
valoraciones con PANSS. La diferencia media de mínimos cuadrados en reducción
del puntaje de PANSS entre el grupo de 30 mg de emraclidina y el de placebo fue
estadísticamente significativa desde el día 21 (diferencia contra placebo
-8.61; p=0.018, d de Cohen -0.68).
Al
final del estudio (42 días) se registró una diferencia media de mínimos
cuadrados de disminución del puntaje de PANSS de 6.77 puntos en comparación con
el basal en el grupo placebo (error estándar 3.82) y de 19.5 puntos en el grupo
de 30 mg de emraclidina (error estándar 3.91; diferencia versus placebo
de -12.7 puntos; p=0.023, d de Cohen -0.68).
En
la subescala de síntomas negativos de la PANSS la diferencia media de mínimos
cuadrados en reducción del puntaje en comparación con placebo a los 42 días fue
de -3.07 para la cohorte de 30 mg de emraclidina (p=0.009, d de Cohen -0.80) y
de -3.68 en el de 20 mg dos veces al día (p=0.002, d de Cohen -0.96).80
Los
resultados, aunque positivos, son de fases iniciales, con muestras y periodos
de tiempo limitados, y en los que la efectividad no fue una de las variables
principales de estudio. No obstante, plantean que el fármaco podría tener
potencial en el manejo de los síntomas positivos, como alucinaciones o
delirios, y negativos, como aplanamiento afectivo y abulia, de la enfermedad.
En
ese sentido, hay estudios en curso y en proceso de reclutamiento, fase 2,
aleatorizados, doble ciego, controlados con placebo, en varios sitios de países
como Estados Unidos, Bulgaria y Hungría, en pacientes con esquizofrenia, de
ambos sexos, de entre 18 y 65 años, centrados en la evaluación de la
tolerancia, seguridad y eficacia (Tabla 1).81
7. Conclusiones
La acetilcolina y
su relación con funciones como memoria, atención, aprendizaje, y con la
regulación del sistema dopaminérgico, entre otras, han generado interés en unos
de sus receptores, los muscarínicos, dentro de los esfuerzos por el desarrollo
de nuevos fármacos para el manejo de los síntomas de la esquizofrenia,
particularmente considerando el 20-30 % de pacientes que no muestra respuesta a
los antipsicóticos actuales, el perfil de efectos secundarios motores y
metabólicos que tienen estos fármacos, y la falta de manejos farmacológicos
para los síntomas cognitivos y negativos, que representan una fuerte carga para
la funcionalidad de los pacientes.
Estudios con
ratones knockout, tejidos cerebrales y ligandos (específicos y no
específicos) han evidenciado alteraciones en el sistema colinérgico en los
pacientes con esquizofrenia, además de permitir la identificación de un
subgrupo específico con un particular déficit muscarínico. Los modelos
preclínicos han demostrado el potencial de los receptores muscarínicos de
influir en las manifestaciones clínicas que caracterizan la enfermedad, así
como los potenciales mecanismos que subyacen dichos efectos.
Cada
uno de los cinco subtipos de receptores muscarínicos tiene su propia
relevancia; sin embargo, parece que los M1 y M4 estarían
más implicados en el potencial efecto procognitivo y antipsicótico. Dentro de
su estructura, los sitios ortostérico y alostérico presentan sus propios
desafíos y particularidades.
Actualmente,
se destacan dos fármacos en estudio, la emraclidina, un modulador alostérico
positivo de los M4, y la más desarrollada xanomelina, agonista
ortostérico preferente de los M1 y M4, a la que se le
añadió un antagonista muscarínico periférico en un intento por bloquear los
efectos colinérgicos, que han limitado en buena medida la tolerancia a las
sustancias estudiadas. El enfoque en la acetilcolina y en sus receptores podría
acercarnos a un nuevo tipo de fármacos, los antipsicóticos procolinérgicos, los
primeros que se sumarían a los ya existentes antipsicóticos dopaminérgicos.
Se necesitan
estudios con mayor duración y comparaciones activas de los potenciales fármacos
con los medicamentos antipsicóticos actuales. También son indispensables más
investigaciones que consideren, además del sistema colinérgico, otros sistemas como
el serotoninérgico, el GABAérgico, el glutamatérgico, entre otros, en la
búsqueda de nuevos tratamientos farmacológicos para la esquizofrenia. Estos
deberán enforcarse en la participación de distintos tipos de receptores en los
circuitos neuronales y valorar el papel de otros elementos, como las células
gliales.
Fármaco |
Estudio |
Dosis |
Población |
Sexo |
Edad media (SD) |
Xanomelina-trospio |
EMERGENT-171 |
50
mg dos veces al día de xanomelina, hasta un máximo de 125 mg dos veces al
día. 20
mg al día de trospio, hasta un máximo de 30 mg dos veces al día. |
90 personas |
72
hombres y 18 mujeres |
43.4 años (10.12) |
EMERGENT-272 |
126 personas |
95 hombres y 31 mujeres |
45.6 años (10.42) |
||
EMERGENT-373 |
125 personas |
87
hombres y 38 mujeres |
43.6 años (11.4) |
||
Emraclidina80 |
|
30 mg una vez al día o 40 mg al día (20
mg dos veces al día). |
54 personas (27 asignadas al grupo de 30
mg diarios y 27 al de 40 mg diarios). |
44 hombres y 10 mujeres. |
41 años en el grupo
de 30 mg diarios (8) y 38 años en el grupo de 40 mg diarios (10). |
Tabla 1. Características de
la población asignada a los grupos de fármacos en los ensayos clínicos
aleatorizados de xanomelina-trospio y emraclidina.
8. Conflicto de intereses
No hay conflicto de intereses que reportar y no se recibió
patrocinio o beca para la realización de este trabajo.
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